domingo, 22 de enero de 2012

LA COMPRENSIÓN BÍBLICA DEL JUICIO

“Con mi alma te he deseado en la noche, y en tanto que me dure el espíritu dentro de mí, madrugaré a buscarte; porque luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia”. Isaías 26:9
¿Un juicio o muchos? Examinemos el asunto a la luz de la Biblia.
Desde el momento en que el pecado entró en el universo perfecto de Dios, la armonía reinante se quebró. A fin de restablecerla, se inició el plan divino de rescate -que incluye un continuo proceso judicial-, a fin de establecer tres cosas:
  • Si Dios era justo. El primer cuestionado en el Juicio es el Señor mismo en su trato con los transgresores.
  • Si el pecador podía ser perdonado. El siguiente acusado es el pecador individual en relación con los requerimientos de la ley divina.
  • Si es posible vivir sin pecar. Este asunto, estrictamente relacionado con los dos anteriores, es crucial para la seguridad cósmica en la eternidad futura.
La expulsión de Adán y Eva del Edén, el diluvio, la destrucción de Sodoma, la conquista de Canaán, el exilio babilónico, fueron manifestaciones parciales de los juicios divinos. Todos  tienen elementos en común:
a) Dios ejecuta la sentencia
b) un remanente es salvado.
c) todos los castigos tuvieron mezcla de misericordia.
d) tras ellos, los seres humanos volvieron a caer en el pecado.
Por lo último que expresé, queda todavía por realizar un juicio definitivo para resolver el problema del pecado y esclarecer los tres asuntos mencionados.
  • El amor de Dios en cuestión:
“Un día vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, entre los cuales vino también Satanás... Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde?” Job 1:6,8-9
El pecado comenzó en el cielo con Lucifer. A partir de su rebelión, todo el universo está comprometido. Abarca a los ángeles leales y a los ángeles rebeldes, a los nacidos en esta Tierra y a los habitantes de otros mundos creados que no cayeron como nosotros.
Todos los involucrados necesitan que se conteste la acusación del Diablo: ¿Es Dios un Dios de justicia? ¿Cómo puede perdonar al culpable y seguir siendo justo?
La muerte de Jesús en la cruz contestó satisfactoriamente las dos primeras cuestiones. Dios puede ser al mismo tiempo justo y justificar al transgresor en virtud de que él mismo pagó el precio de nuestra salvación (ver Romanos 3:25,26). Nuestro Salvador se convirtió en sustituto del pecador y garante de nuestra redención.
La norma del juicio es la gran ley de los diez mandamientos, la ley de libertad (Santiago 2:12), por la cual serán juzgados todos los vivientes, tanto ángeles, como hombres; ya sean leales a Dios o rebeldes a su gobierno.
Hay por lo tanto tres etapas del juicio:
  • El juicio investigador establece la justicia divina ante los seres no caídos.
“Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. Porque escrito está: vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios”. Romanos 14:10,11
Esta instancia -en favor del pueblo de Dios-, debe realizarse antes de que Cristo venga y los santos sean trasladados al cielo. Constituye la respuesta a dos de las preguntas antes formuladas: si los salvados son aptos para la compañía de los seres celestiales, y si no volverán a caer en el pecado.
  • El juicio durante el milenio establece la justicia divina ante los redimidos.
“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años”. Apocalipsis 20:4
¿A quiénes juzgarán los que se salven?
Este segundo juicio servirá para que podamos comprobar si el Señor fue justo al privar de la vida eterna a los que se pierdan, tanto ángeles como hombres. Las Escrituras afirman:
“¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas? ¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida?” 1ª Corintios 6:2,3
Por último, despejadas las dudas, solamente resta ejecutar la sentencia. Pero antes de ella, comparecerán ante Dios todos los actores del gran drama de los siglos para vindicar su justicia. Allí toda rodilla se doblará ante el Creador y reconocerá su perfecta justicia.
  • El juicio final establece la justicia divina ante los perdidos
“Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él... y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras... y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”. Apocalipsis 20:11-15
La lección será completa y definitiva. No habrá más dudas sobre el amoroso carácter de nuestro Padre Celestial. El pecado ya no se levantará más y habrá perfecta paz, armonía y felicidad para siempre.
Amén.

Nota:
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