“Con
mi alma te he deseado en la noche, y en tanto que me dure el espíritu
dentro de mí, madrugaré a buscarte; porque luego que hay juicios tuyos
en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia”. Isaías 26:9
¿Un juicio o muchos? Examinemos el asunto a la luz de la Biblia.
Desde
el momento en que el pecado entró en el universo perfecto de Dios, la
armonía reinante se quebró. A fin de restablecerla, se inició el plan
divino de rescate -que incluye un continuo proceso judicial-, a fin de
establecer tres cosas:
- Si Dios era justo. El primer cuestionado en el Juicio es el Señor mismo en su trato con los transgresores.
- Si el pecador podía ser perdonado. El siguiente acusado es el pecador individual en relación con los requerimientos de la ley divina.
- Si es posible vivir sin pecar. Este asunto, estrictamente relacionado con los dos anteriores, es crucial para la seguridad cósmica en la eternidad futura.
La
expulsión de Adán y Eva del Edén, el diluvio, la destrucción de Sodoma,
la conquista de Canaán, el exilio babilónico, fueron manifestaciones
parciales de los juicios divinos. Todos tienen elementos en común:
a) Dios ejecuta la sentencia
b) un remanente es salvado.
c) todos los castigos tuvieron mezcla de misericordia.
d) tras ellos, los seres humanos volvieron a caer en el pecado.
Por
lo último que expresé, queda todavía por realizar un juicio definitivo
para resolver el problema del pecado y esclarecer los tres asuntos
mencionados.
- El amor de Dios en cuestión:
“Un
día vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, entre
los cuales vino también Satanás... Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has
considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón
perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? Respondiendo
Satanás a Jehová, dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde?” Job 1:6,8-9
El
pecado comenzó en el cielo con Lucifer. A partir de su rebelión, todo
el universo está comprometido. Abarca a los ángeles leales y a los
ángeles rebeldes, a los nacidos en esta Tierra y a los habitantes de
otros mundos creados que no cayeron como nosotros.
Todos
los involucrados necesitan que se conteste la acusación del Diablo: ¿Es
Dios un Dios de justicia? ¿Cómo puede perdonar al culpable y seguir
siendo justo?
La
muerte de Jesús en la cruz contestó satisfactoriamente las dos primeras
cuestiones. Dios puede ser al mismo tiempo justo y justificar al
transgresor en virtud de que él mismo pagó el precio de nuestra
salvación (ver Romanos 3:25,26). Nuestro Salvador se convirtió en
sustituto del pecador y garante de nuestra redención.
La
norma del juicio es la gran ley de los diez mandamientos, la ley de
libertad (Santiago 2:12), por la cual serán juzgados todos los
vivientes, tanto ángeles, como hombres; ya sean leales a Dios o rebeldes
a su gobierno.
Hay por lo tanto tres etapas del juicio:
- El juicio investigador establece la justicia divina ante los seres no caídos.
“Pero
tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a
tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo.
Porque escrito está: vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda
rodilla, y toda lengua confesará a Dios”. Romanos 14:10,11
Esta
instancia -en favor del pueblo de Dios-, debe realizarse antes de que
Cristo venga y los santos sean trasladados al cielo. Constituye la
respuesta a dos de las preguntas antes formuladas: si los salvados son
aptos para la compañía de los seres celestiales, y si no volverán a caer
en el pecado.
- El juicio durante el milenio establece la justicia divina ante los redimidos.
“Y
vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de
juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de
Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni
a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus
manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años”. Apocalipsis 20:4
¿A quiénes juzgarán los que se salven?
Este
segundo juicio servirá para que podamos comprobar si el Señor fue justo
al privar de la vida eterna a los que se pierdan, tanto ángeles como
hombres. Las Escrituras afirman:
“¿O
no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de
ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas?
¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de
esta vida?” 1ª Corintios 6:2,3
Por
último, despejadas las dudas, solamente resta ejecutar la sentencia.
Pero antes de ella, comparecerán ante Dios todos los actores del gran
drama de los siglos para vindicar su justicia. Allí toda rodilla se
doblará ante el Creador y reconocerá su perfecta justicia.
- El juicio final establece la justicia divina ante los perdidos
“Y
vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él... y vi a los
muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron
abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y
fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los
libros, según sus obras... y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y
la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la
muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue
lanzado al lago de fuego”. Apocalipsis 20:11-15
La
lección será completa y definitiva. No habrá más dudas sobre el amoroso
carácter de nuestro Padre Celestial. El pecado ya no se levantará más y
habrá perfecta paz, armonía y felicidad para siempre.
Amén.
Nota:
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