jueves, 22 de septiembre de 2011

MALAS IMITACIONES

“Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras”. 2ª Corintios 11:13-15
Una de las más llamativas señales de los tiempos es el avance del espiritismo. No solamente del movimiento que se reconoce bajo ese nombre; sino que aparece en una variedad de formas y adaptado a todos los gustos, infiltrándose incluso dentro de las iglesias cristianas.
Aunque el hombre moderno dice descreer de lo espiritual o sobrenatural, se ata con facilidad a una variedad de prácticas y creencias que tienen su origen en la mentira original: “no moriréis” (Génesis 3:4).
Al igual que la Serpiente Antigua, los modernos impulsores de la causa satánica presentan sus oficios como una forma extraordinaria de “conocimiento espiritual”; en nada diferente de la falsa promesa dada a Adán y Eva de que serían abiertos sus ojos con nuevas y extraordinarias revelaciones, a fin de alcanzar un mayor nivel de conciencia y ser como dioses (vers. 5).
El mismo poder que obró en el Edén siguió extraviando a los hombres a lo largo de la historia, cambiando sus formas, pero manteniendo su esencia engañosa.
Ya en los tiempos apostólicos, el maravilloso poder concedido por el Espíritu fue confrontado con falsificaciones provenientes del Diablo. Para todos los creyentes verdaderos, sin embargo, los frutos de tales manifestaciones muestran a las claras su origen infernal. Satanás puede intentar imitar, pero nunca podrá igualar el poder divino.
La siguiente historia -con final tragicómico-, es un claro ejemplo de que la luz nunca será igual a las tinieblas: “Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo, de tal manera que aun se llevaban a los enfermos los paños o delantales de su cuerpo, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían. Pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo. Había siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes, que hacían esto. Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois? Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos. Y esto fue notorio a todos los que habitaban en Efeso, así judíos como griegos; y tuvieron temor todos ellos, y era magnificado el nombre del Señor Jesús”. Hechos 19:11-17
Milagros, malos espíritus, exorcismos, sanidades...
¿Son estas cosas algo del pasado...?
No solo que persisten hoy, sino que además florecen y van en exponencial aumento.
La ciencia investiga lo llamado “paranormal”; los no religiosos acuden a adivinos, brujos y magos; los supersticiosos buscan refugio en chamanes y hechiceros; el ocultismo y la brujería están de moda entre los ricos y famosos. Entre estos hay charlatanes y embusteros, pero también hay “falsos apóstoles, obreros fraudulentos”; que son auténticos siervos de Satanás. Ambos grupos, no obstante, sirven al mismo amo.
Pero lo más triste es que los que se dicen seguidores de Cristo actúen como los hijos de Esceva. En muchas denominaciones cristianas hay un afán por lo milagroso, por lo espectacular y por lo nuevo, que les lleva a recibir el engaño como si fuera una gran bendición del cielo. Por amor a la notoriedad, por lucro, o por engaño muchos predicadores y líderes religiosos hacen un triste papel y contribuyen con la obra del Engañador Maestro. A estos Señor les dirá en el día final “nunca os conocí” (Mateo 7:23).
¡Tremendo destino!
¿Cuál es la manera de escapar de estos engaños?
Nuestra historia sigue diciendo que: “muchos de los que habían creído venían, confesando y dando cuenta de sus hechos. Asimismo muchos de los que habían practicado la magia trajeron los libros y los quemaron delante de todos; y hecha la cuenta de su precio, hallaron que era cincuenta mil piezas de plata. Así crecía y prevalecía poderosamente la palabra del Señor”. Hechos 19:18-20
La única conducta segura es renunciar a toda práctica que Dios desaprueba. Deberíamos repudiar toda aquello que nos haga más parecidos a los profetas de Baal que al humilde y fiel Elías.
Los frutos del Espíritu (ver Gálatas 5:22, 23) se manifestarán en toda obra aprobada por el cielo. Así también los frutos de la carne se dejarán ver en estos movimientos; que producen mucha excitación pero ninguna conversión verdadera, impresionan los sentidos pero dejan vacío el corazón, prometen superioridad, pero llevan a la perdición eterna.
Que en nuestras vidas e iglesias no penetre nada de ese origen; no importa que se lo llame don espiritual, reavivamiento, nuevo pentecostés, o cualquier otra denominación engañosa. Tengamos cuidado con estos trucos del lenguaje, sutilezas engañosas que nos alejan de la gracia de Cristo. La luz nunca convive con las tinieblas ni Cristo con Belial.
“Los magos de los tiempos paganos tienen su contraparte en los mediums espiritistas, los clarividentes y los adivinos de hoy día. . . Si se descorriera el velo ante nuestros ojos, podríamos ver a los ángeles malignos empleando todas sus artes para engañar y destruir. Dondequiera se ejerce una influencia para inducir a los hombres a olvidar a Dios, está Satanás ejerciendo su poder hechicero” (Los Hechos de los Apóstoles, págs. 234, 235).
No tengamos nada que ver con estas cosas, ni permitamos que el pueblo de Dios sea engañado por los sutiles agentes del enemigo de las almas -no sea cosa que compartamos su suerte-, pues de ellos se dice que su “fin será conforme a sus obras”. 2ª Corintios 11:15

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