lunes, 21 de septiembre de 2009

MALDICIÓN

Yo nunca creí en las maldiciones. Me parecieron siempre cosa de gente simple o ignorante, pura superstición. Claramente no temo la maldición del hombre, por ser sólo palabras. Pero, ¿qué sucede con las maldiciones divinas?
Algunos las clasifican con las otras al mismo nivel de pura superchería. Inventos de la religión para meter miedo.
No obstante, las hay, y aunque no nos agrade, en la Biblia figuran muchas maldiciones, incluso algunas prescritas por Dios mismo.
Una de las más curiosas es la que sigue: "(el sacerdote conjurará a la mujer con juramento de maldición, y dirá a la mujer): Jehová te haga maldición y execración en medio de tu pueblo, haciendo Jehová que tu muslo caiga y que tu vientre se hinche; y estas aguas que dan maldición entren en tus entrañas, y hagan hinchar tu vientre y caer tu muslo. Y la mujer dirá: Amén, amén. El sacerdote escribirá estas maldiciones en un libro, y las borrará con las aguas amargas" Números 5:21-23
Estas palabras parecen ser nada más que una fórmula preparada para asustar a las personas. Pero no está de acuerdo con el carácter del Dios revelado en las Escrituras someter a las personas por el temor. El espera de sus hijos un servicio amante y voluntario.
¿Qué sentido tienen las maldiciones entonces?

Las maldiciones bíblicas deben entenderse a la luz del resto de la revelación bíblica, que muestra al Señor profundamente interesado en el bienestar y la salvación del ser humano y que tiene para con él un propósito de amor. Por otro lado, la existencia del pecado y de la obra de Satanás para arruinar la creación de Dios son la realidad contrapuesta, ambas claramente presentadas en su Palabra.
Toda maldición dada por Dios tiene estas características:
  • Es descriptiva. No muestra un mal deseo de Dios hacia nosotros, sino los resultados del pecado en la naturaleza y en el ser humano.
  • Es preventiva. Presenta por contraste con las bendiciones de la obediencia, su deseo de que sus hijos se aparten del mal (ver Deut. 27 y 28)
  • Es admonitoria. Busca despertarnos por medio de advertencias y llevarnos al arrepentimiento, cumpliendo así su propósito de redención.
En las maldiciones registradas en Génesis 3 tras la caída del hombre en el Edén, se deja ver que Dios no maldijo a Adán y Eva, sino a la tierra y a los demás seres vivientes (serpiente incluida). El deterioro que iba a causar el pecado en el mundo natural trastornando la ecología, la fractura de las relaciones humanas y la degradación de cuerpo y mente que desembocan en la muerte, se describen aquí con meridiana y terrible claridad.
Al maldecir ciertas conductas, el Señor nos indica el camino que desea que sigamos: "Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová". Jeremías 17:5
Él espera que confiemos en su misericordia, no en nosotros mismos o en otro ser humano. La auto confianza es perniciosa, poner la fe en el poder o el esfuerzo humanos es un engaño colosal. Nada hay tan irremediable como dejar de confiar en Dios y fiarnos en nuestro insensato orgullo.
Fue este pecado el que hizo caer a Satanás, el que llevó a David a pecar con Betsabé, el que condujo a Pedro a negar tres veces a su Señor. Lo mismo sucede con cada ser humano, llevándolo ciegamente al abismo de la perdición.
Por último, al maldecir, nuestro Señor espera que su pueblo despierte de su modorra espiritual y trabaje para su causa.
"Maldecid a Meroz, dijo el ángel de Jehová;
Maldecid severamente a sus moradores,
Porque no vinieron al socorro de Jehová,
Al socorro de Jehová contra los fuertes. " Jueces 5:23
En momentos en que Israel era llamado a combatir al lado de Débora y Barac contra los cananeos, un pueblo rechazó la convocatoria y fue maldecido proféticamente, como advertencia para todo creyente.
Encontré esta cita relativa a ese incidente: "Ningún otro versículo del libro de los jueces constituye una advertencia tan severa a los miembros de la iglesia actual como éste en que se maldice a los que en un tiempo de crisis se niegan a colaborar. Frente a una tremenda necesidad de obreros, muchos profesos cristianos se conforman con seguir su conducta tranquila y egoísta, sin ayudar a la iglesia de Dios en su lucha contra Satanás. Dicen que la obra de la iglesia debe ser realizada por los ministros, y no aceptan ellos mismos ninguna responsabilidad. La maldición de Meroz recae sobre esos cristianos infieles a menos que abandonen su espíritu apático". (Comentario Bíblico Adventista sobre Jueces 5:23)
Las maldiciones, así como las bendiciones son acarreadas por nuestras decisiones. Son el fruto de nuestra conducta y de nuestras elecciones. Esto, aunque no le impidió hacerlo, lo entendió muy bien Jacob cuando su madre lo impulsó a engañar a su padre, diciendo: "Quizá me palpará mi padre, y me tendrá por burlador, y traeré sobre mí maldición y no bendición". Génesis 27:12
Dios espera que la iglesia despierte a su sagrada comisión, que cada uno haga la parte que le corresponde en advertir a un mundo que perece de la cercanía del advenimiento del Salvador, de la culminación del juicio y del tiempo de gracia para los hombres.
¡No atraigas sobre tí mismo la maldición!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para cuestiones particulares que requieran respuesta, por favor envíame un mail a willygrossklaus@gmail.com