miércoles, 22 de septiembre de 2010

BUEN ENCUENTRO

“Era Abraham ya viejo y bien avanzado en años y Jehová había bendecido a Abraham en todo. Y dijo Abraham a un criado suyo, el más viejo de su casa, que gobernaba en todo lo que tenía” (Génesis 24:1,2)
Siempre hemos oído llamar a Abraham "el padre de la fe", por la manera en que se sometió en todo a la conducción divina.  Este gran hombre no solamente creía, sino que transmitía con eficacia su convicción a quienes le rodeaban. Puede decirse con toda justicia que también fue el primer misionero posterior al diluvio. Pero en el texto aparecen no uno, sino dos hombres mayores tomando en serio las promesas de Dios; el mismo patriarca y su sirviente.
El criado era con seguridad Eliezer (Génesis 15: 2), que aunque provenía de Damasco, era creyente en el Dios de Abraham. El ejemplo piadoso de su amo sin duda había sido suficientemente poderoso como para imitarlo. Pero la fe que manifestó en esa ocasión no era una simple copia; la suya era una fe sólida y firme en un Poder que contesta las oraciones del más humilde de sus hijos.
La misión encomendada a este humilde y fiel anciano era delicada; tenía que buscar para el hijo de su señor una mujer de su misma sangre y de su misma fe. No sería lo mismo cualquier señorita pagana, por bella y talentosa que fuese.
Vemos en las instrucciones que recibió y en su respuesta una fe sin límites en la conducción divina. El convencimiento de Abraham era que el mismo Dios que lo había llevado allí, “el enviará su ángel delante de ti, y tú traerás de allá mujer para mi hijo…” (vers. 7)
Cargando diez camellos colmados de regalos, Eliezer marcho con un rumbo definido, pero al mismo tiempo fue a la ventura. No podía saber el resultado de su viaje ni tenía seguridad de encontrar a una joven que cumpliera tan altos requisitos.
La oración del sirviente fue “Y dijo: oh Jehová, Dios de mi señor Abraham, dame, te ruego, el tener hoy buen encuentro y haz misericordia con mi señor Abraham”. (vers. 12)
Con fe sincera, encomendó su viaje al Altísimo y pidió tener "buen encuentro". Pidió tener éxito en su empresa y que Dios demostrara el amor que tenía hacia su amo.
En toda la oración no encontramos ninguna consideración egoísta o preocupación personal. No usó apelaciones que busquen  obligar o "sobornar" al Señor como hacen algunos predicadores modernos. Nada de promesas o votos de incierto cumplimiento.
En la infantil confianza de este hombre, todo lo que tenía que hacer era pedir y luego esperar el resultado de su petición. Sus deseos estaban tan identificados con los de Dios que no deseaba sino ver como se haría realidad su ferviente oración.
La Biblia dice: "y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho". 1º Juan 5:14,15
Eso es todo lo que hace falta. Lo pides, lo tienes. Nada más.
Entonces...¿por qué cuesta tanto creerlo?
Recordemos que "tenemos un Dios cuyo oído no está cerrado a nuestras peticiones, y si probamos su palabra, él honrará nuestra fe. El quiere que entretejamos todos nuestros intereses con los suyos, y luego podrá bendecimos sin peligro, porque entonces no nos apoderaremos de la gloria cuando seamos bendecidos, sino que le daremos toda la alabanza a Dios. Dios no siempre contesta nuestras oraciones la primera vez que acudimos a él, porque si lo hiciera así, nosotros daríamos por sentado que tenemos derecho a todas las, bendiciones y favores que él derrama sobre nosotros. En lugar de escudriñar nuestros corazones para ver si abrigábamos algún mal, si accedíamos al pecado, nos tornaríamos descuidados y dejaríamos de comprender nuestra dependencia de él... " Dios nos Cuida Página 112
La clave se halla en la dependencia. Eliezer y Abraham pusieron todo en manos de Dios. Tanto el comienzo como el final exitoso del viaje dependían por entero de la dirección divina.
Es como cuando emprendemos un viaje en avión. Nos subimos y nos relajamos confiando en la capacidad del  piloto. Ponemos todo en sus manos, confiando en que sabe lo que hace; de lo contrario no subiríamos. 
El resultado de su encuentro llevó al criado a la adoración: ”y me incliné y adoré a Jehová, Dios de mi señor Abraham, que me había guiado por camino de verdad…” (vers. 48)
¡Qué maravilloso es ver la obra de Dios y gozarnos en sus resultados!
Pedimos poco tal vez porque esperamos poco. Si tuviésemos la misma sencilla confianza en que Dios hará exactamente como dice en su Palabra, pediríamos con más cosas y con mayor frecuencia. Si lo hacemos para su gloria el resultado seguro será, tal como le pasó a Eliezer, maravillarnos de la respuesta del Señor.
¿No quieres esta mañana (o a cualquier hora del día), pedir al Señor tener un "buen encuentro"?

domingo, 19 de septiembre de 2010

COLUMNAS

"Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo". Apocalipsis 3:12
¿Qué significa que seremos hechos columnas?
A primera vista, las columnas están inmóviles, no hacen nada, solo están allí. Esto no es muy agradable.
Pero el texto dice que no saldremos del templo y la presencia de Dios, y que tendremos escrito el nombre de la Nueva Jerusalén sobre nosotros -en sentido simbólico- lo cual da sentido de permanencia; mientras que en esta tierra todo es efímero. Eso es bueno.
En la Biblia habla mucho sobre las columnas. Pablo refiere que  "Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo". Gálatas 2:9
Ser columnas, aplicado a las personas implica que se trata de quienes pueden soportar el peso de la obra de Dios. Los líderes, los entendidos, los que saben qué hacer y cómo hacerlo. Se necesita esa clase de personas hoy, que sean firmes y constantes, honestos y confiables como las columnas; que puedan soportar el calor del día y la oposición de los incrédulos y traidores. Estos apóstoles eran los de mayor ascendencia entre sus hermanos, sus principales dirigentes.
¡Qué bueno que el Señor nos promete que en su reino vamos a tener el alto honor de ser considerados columnas de su templo!
Pero para serlo allí, debemos comenzar aquí, en el lugar que nos toca evangelizar, a desempeñar nuestra tarea de la mejor manera posible. Los verdaderos discípulos son misioneros, que cumplen el cometido celestial de predicar el evangelio a toda criatura (Mateo 24:14).
Pero de manera especial quiero referirme a las columnas que Salomón hizo construir para su magnífico templo: "Y vació dos columnas de bronce; la altura de cada una era de dieciocho codos(alrededor de 6 metros)... Hizo también dos capiteles de fundición de bronce, para que fuesen puestos sobre las cabezas de las columnas; la altura de un capitel era de cinco codos, y la del otro capitel también de cinco codos... Estas columnas erigió en el pórtico del templo; y cuando hubo alzado la columna del lado derecho, le puso por nombre Jaquín, y alzando la columna del lado izquierdo, llamó su nombre Boaz". 1º Reyes 7:15, 16, 21
Estas dos columnas eran de bronce fundido y todo indica que no sostenían la estructura, más bien tenían una función puramente ornamental.
Es un dato curioso, pero no menor, que a ambas se les colocaron nombres. A la de la derecha se la llamó Jaquín, "Él establece"; a la de la izquierda se la denominó Boaz, "fuerza o firmeza".
Los comentadores de la Biblia han tratado de desentrañar el significado literal y espiritual de estas construcciones. Hay muy buenos comentarios al respecto. Sin pretender alcanzar la altura de ninguno de ellos, me gustaría proponer algunas aplicaciónes de este tema.
Tengo algunos conocidos que le ponen nombre a sus autos o a otros objetos inanimados de su propiedad, lo cual resulta algo simpático. Pero nuestro Dios no es ni extravagante ni ocurrente; todo lo que hace -y lo que permitió que quedara registrado en su Palabra- tiene un sentido.
¿Por qué les pondría nombre a estas dos columnas?
  • En primer lugar, las columnas nos hablan de la increíble gracia de Dios. Estaremos en el cielo porque Él lo quiso. Así como ellas fueron colocadas en el templo sin ser necesarias para sostenerlo; del mismo modo somos incorporados como "templo de Dios" (1º Corintios 3:16) sin mérito o capacidad por nuestra parte.
  • Jaquín nos dice que Dios es el que nos establece en su reino. Él llama, convence, convierte, perdona y justifica al pecador, adoptándolo como hijo suyo amado. "Nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús" (Efesios 2:6). Nos ve ya como triunfadores. Alabemos al Señor por la inagotable y amorosa provisión hecha para nuestra redención, que brota de la cruz de Cristo.
  • Boaz testifica que "Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad" (Filipenses 2:13). Nos justifica, si, pero también nos santifica, otorgándonos el poder del Espíritu Santo para hacer su voluntad y obedecer sus mandamientos. La gracia divina sería insuficiente si no tuvieramos la fuerza y la firmeza necesarias para abandonar el pecado y vencer, luego de haber sido perdonados. Por su poderosa intervención "somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen como por el Espíritu del Señor" (2º Corintios 3:18).
  • Finalmente, el propósito principal de las columnas era contribuir a la belleza del edificio. Somos los experimentos de su gracia, que dejarán satisfechos al resto de la creación, con el justo trato que el Señor dio al pecado y a los pecadores. Cada redimido adornará el templo celestial con la pureza de un carácter transformado por la gracia divina; testificando por los siglos al resto del universo el amor, la bondad y la justicia de Dios
Es muy pertinente para los cristianos de hoy la exhortación del apóstol:  
"Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca". 1 Pedro 5:10
Seamos columnas.

sábado, 18 de septiembre de 2010

ATEÍSMO

"Sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación. Estos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua; pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos". 2 Pedro 3:3-7
Un ateo no es alguien que no cree en la existencia de Dios, sino alguien que preferiría que Él no exista. Su sola mención le molesta, le perturba. Llamativamente, parece que no hay ateos en contra de la existencia de Alá, o Buda, o cualquier otro aparte del Dios de los cristianos; por lo tanto se puede decir que el ateísmo es fundamentalmente anticristiano."Ve" a Dios (alguien de quien asegura que no existe) como injusto, irracional y restrictivo.
La Palabra de Dios anticipaba ya la aparición de personas que ignorarían voluntariamente al Señor y andarían según su propio criterio. Desde que Satanás tentó a Adán y Eva con la mentira primigenia, diciéndoles que al desobedecer serían "como Dios", casi cada ser humano ha intentado hacer un dios de sí mismo. Los resultados están a la vista.
No intento aquí descalificar a los ateos, puesto que el evangelio  enseña a no descartar a nadie. Sería además pagarles con la misma moneda, lo cual es ajeno al espíritu cristiano.
Comprendo incluso que alguien diga que no cree en Dios, puesto que la maldad en el mundo y la inconsecuencia de los que se dicen cristianos lo descalifica. Hay, por qué negarlo, en el mismo seno de la iglesia verdaderos ateos portando carteles de "cristianos". Entiendo a aquellos que dicen haber sido chasqueados por los que debiéramos representar a Cristo. Es comprensible...
Nada más quiero exponer aquí diez conclusiones personales al respecto.
No soy ateo porque:
  1. El cristianismo es una religión de fe y esperanza, en cambio el ateísmo se basa en el descreimiento y la incertidumbre.  
  2. El Espíritu divino albergado en el alma trae gozo, paz y orden a la vida; el ateísmo conduce a la anarquía y la insubordinación. 
  3. Aunque el cristiano no tenga todas las respuestas, sí tiene muchas; el ateísmo en cambio, sólo tiene todas las preguntas y ninguna respuesta satisfactoria.
  4. Conocer a Dios nos lleva a la humildad, renegar de él nos lleva a la terrible arrogancia del "yo me basto solo".
  5. La relación con Dios trae sabiduría, su ausencia trae una total ignorancia disfrazada de conocimiento.
  6. El siervo de Cristo se vuelve prudente, el que lo rechaza cae en una insensatez que se hace pasar por amplitud de criterio.
  7. El que es impulsado por Dios adquiere dominio propio, los que no creen en él ceden a cualquier pasión y se gozan en el pecado.
  8. Conocerle da sentido a la vida, pero, como lo dice esta poesía que enlazo, (ver El hombre sin Dios) el ateo no tiene rumbo cierto.
  9. El creyente es libre y por eso respeta la ley, el ateo está en rebelión contra toda ley por considerarla una limitación de su libertad.
  10. Quien es cristiano auténtico respeta a los demás, quien niega a Dios lo manifiesta con burlas y con la descalificación del pensamiento ajeno.
Esta filosofía de vida es algo así como intentar practicar algún deporte sin tener en cuenta ninguna de sus reglas. Además de ser una experiencia caótica y frustrante, se perdería toda la diversión.
El siguiente comentario, aunque un poco extenso, me parece que da en el clavo al exponer los resultados del ateísmo: "Más acertado sería que las naciones aboliesen sus estatutos y dejaran al pueblo hacer lo que quisiese, antes de que el Legislador del universo anulase su ley y dejase al mundo sin norma para condenar al culpable o justificar al obediente. ¿Queremos saber cuál sería el resultado de la abolición de la ley de Dios? El experimento se ha hecho ya. Terribles fueron las escenas que se desarrollaron en Francia   cuando el ateísmo ejerció el poder. Entonces el mundo vio que rechazar las restricciones que Dios impuso equivale a aceptar el gobierno de los más crueles y despóticos".  El Conflicto de los Siglos Página 584
Lo sucedido durante la revolución francesa es muy ilustrativo. La existencia de Dios fue negada por decreto de la asamblea revolucionaria. La temible guillotina no paraba de funcionar, llevandose la vida de enemigos y "aliados" por igual. La justicia, el derecho  y la virtud perdieron totalmente su valor. Con razón se llamó a aquel período "el reinado del terror" (que duró desde septiembre de 1793 a la primavera de 1794). Fue consecuencia directa del rechazo abierto a la autoridad de Dios y su ley.
La cita continúa diciendo: "Cuando se echa a un lado la norma de justicia, queda abierto el camino para que el príncipe del mal establezca su poder en la tierra. Siempre que se rechazan los preceptos divinos, el pecado deja de parecer culpa y la justicia deja de ser deseable. Los que se niegan a someterse al gobierno de Dios son completamente incapaces de gobernarse a sí mismos. Debido a sus enseñanzas perniciosas, se implanta el espíritu de insubordinación en el corazón de los niños y jóvenes, de suyo insubordinados, y se obtiene como resultado un estado social donde la anarquía reina soberana. Al paso que se burlan de la credulidad de los que obedecen las exigencias de Dios, las multitudes aceptan con avidez los engaños de Satanás. Se entregan a sus deseos desordenados y practican los pecados que acarrearon los juicios de Dios sobre los paganos". Idem ant.
Tenemos un ejemplo más moderno en los regímenes ateos surgidos en el siglo XX, como la revolución bolchevique, la "revolución cultural" china, o el declarado ateísmo de Albania, que no pudieron apagar el hambre de Dios en sus ciudadanos, incluso bajo la más cruel represión. Todas estas naciones volvieron a sus antiguas formas religiosas (o algunas nuevas), hastiadas de opresión, abuso y miseria por parte de aquellos que les prometieron libertad.
En conclusión; el ateísmo se lleva todo y no me deja nada. No quiero eso para mí.
He encontrado algo mejor y no pienso cambiarlo: a Cristo mi Señor y Salvador, quien constituye la razón de mi vida.
Puedo decir confiadamente con el bíblico poeta:
"Hallé luego al que ama mi alma; lo así, y no lo dejé". Cantares 3:4

martes, 14 de septiembre de 2010

UNA VIDA DOBLE

Nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. (1 Juan 1: 3).
"Nada es más necesario en nuestro trabajo que los resultados prácticos de la comunión con Dios. Debemos mostrar con nuestra vida diaria que tenemos paz y descanso en el Salvador. Su paz en el corazón se reflejará en el rostro. Dará a la voz un poder persuasivo. La comunión con Dios ennoblecerá el carácter y la vida. Los hombres verán que hemos estado con Jesús como lo notaron en los primeros discípulos. Esto comunicará al obrero un poder que ninguna otra cosa puede dar. No debe permitir que cosa alguna lo prive de este poder.
Hemos de vivir una vida doble: Una vida de pensamiento y de acción, de silenciosa oración y fervoroso trabajo.
Todos los que están en la escuela de Dios necesitan de una hora tranquila para la meditación, a solas consigo mismos, con la naturaleza y con Dios... Cada uno de nosotros ha de oír la voz de Dios hablar a su corazón. Cuando toda otra voz calla, y tranquilos en su presencia esperamos, el silencio del alma hace más perceptible la voz de Dios. Él nos dice: "Estad quietos, y conoced que yo soy Dios" (Salmo 46: 10). Esta es la preparación eficaz para toda labor para Dios. En medio de la presurosa muchedumbre y de las intensas actividades de la vida, el que así se refrigera se verá envuelto en un ambiente de luz y paz. Recibirá nuevo caudal de fuerza física y mental. Su vida exhalará fragancia y dará prueba de un poder dividno que alcanzará a los corazones de los hombres.
Muchos, aun en sus momentos de devoción, no reciben la bendición de la verdadera comunión con Dios. Están demasiado apremiados. Con pasos presurosos penetran en la amorosa presencia de Cristo y se detienen tal vez un momento dentro de ese recinto sagrado, mas no esperan consejo. No tienen tiempo para permanecer con el divino Maestro. Vuelven con sus preocupaciones al trabajo.
Estos obreros jamás podrán lograr el mayor éxito hasta que aprendan cuál es el secreto de la fuerza. Tienen que dedicar tiempo a pensar, orar, esperar que Dios renueve su poder físico, mental y espiritual. Necesitan la influencia elevadora de su Espíritu. Al recibirla, serán vivificados con nueva vida. El cuerpo gastado y el cerebro cansado se refrescarán, y el corazón abrumado se aliviará".
Tomado de: ¡Maranata: El Señor Viene! Página 123

domingo, 12 de septiembre de 2010

¿CERCANO O LEJANO?

Recuerdo aquella vez en Mar del Plata (Argentina), en que me perdí en la playa. Tendría por entonces unos 7 u 8 años. El colorido espectáculo de las carpas y sombrillas, las incontables personas en sus trajes de baño, la arena dorada y caliente, las risas y los gritos, el olor de la sal en el viento; todo formaba un cuadro fascinante para un niño pequeño. Entretenido como estaba, sin darme cuenta, me alejé de mi familia. Cuando me vi perdido, naturalmente comencé a llorar (¿qué otra cosa podía hacer un niño?).
¿Dónde estaban mis familiares? No podía verlos.
La gente aplaudía y yo continuaba llorando sin entender nada, pero por suerte, el corro que se había formado a mi alrededor atrajo a mis hermanas, y pronto pude reunirme con ellos.
Pero hay una tragedia mayor que no saber donde están nuestros seres queridos. Es la de quienes han perdido de vista al Salvador.
En el día de la resurrección de Cristo, la primera en acudir junto a su tumba fue María Magdalena. Entre todos los seguidores de Jesús, nadie evidenció mayor devoción que esta despreciada mujer. Fue allí para descargar su pena por lo que había sucedido.
"Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro... y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto. Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto". Juan 20:11-13
Hallar la tumba vacía la llenó de dudas y desconcierto. Al dolor de la pérdida ahora se sumaba la desaparición del cuerpo físico de su amado Señor. Estaba tan abrumada que no advirtió que había ángeles allí y que el que buscaba estaba cercano.
En forma similar al caso de María, existen hoy muchos cristianos confundidos, que perdieron de vista al Señor. Les parece lejano, pues no lo ven ni en las circunstancias ni en las personas que dicen seguirle. Viven llorando con una sensación de inseguridad y pérdida, sin hallar paz ni gozo en su experiencia cristiana. No importa cuanto aplaudan los demás los progresos de la obra de Dios, ellos no son felices.
Alguien se ha llevado a su Señor y no lo encuentran. Esta es una tragedia muy actual y muy frecuente.
Es bien cierto que la situación aparenta ser desesperada. Cualquiera puede ver que la condición de la iglesia hoy no es la que debería ser. Hay hipocresía, debilidad, mundanalidad y tibieza espiritual por todas partes. Esto pasa no solo en la iglesia adventista, sinó en cada denominación cristiana. Sobran motivos para llorar por nuestra condición y la de la iglesia. Por todos lados y de todos los sectores se levantan además durísimos cuestionamientos a casi cada práctica o doctrina del cristianismo.
Pero no necesitamos caer en el desaliento. Como la Magdalena, lo que necesitamos es sentir un anhelo profundo por la presencia del Maestro: "Cuando había dicho esto, se volvió, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús. Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré". Juan 20:14,15
Aunque en su dolor no percibía que Cristo estaba a su lado, su actitud es ejemplar. En su angustia no se paralizó, sinó que pasó a la acción, demostrando su ferviente deseo de tenerlo cerca. No se conformaría con menos.
Vale preguntarse si es que Dios está lejano o cercano de nosotros en este malvado mundo en que vivimos.
-¿Por qué no interviene, por qué no hace algo para frenar nuestro pesar y nuestro llanto? -dicen muchos-
Nuestro Dios no se ha alejdo de nosotros, por el contrario, está bien cerca, tal como lo afirman las Escrituras:
  • Porque ¿qué nación grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está Jehová nuestro Dios en todo cuanto le pedimos? Deuteronomio 4:7
  • Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; Y salva a los contritos de espíritu. Salmos 34:18
  • Cercano está Jehová a todos los que le invocan, A todos los que le invocan de veras. Salmos 145:18
Para toda tristeza, dolor o pérdida, ya sea física o espiritual, el remedio es el mismo que halló la hermana de Lázaro junto a la tumba vacía. La presencia del Salvador. No necesitamos confundirnos o dudar. Porque con él a nuestro lado nos sentiremos plenos y saciados. Ninguna otra cosa puede hacer desvanecer la incertidumbre y el desánimo. Si lo hemos perdido de vista, su presencia es todo lo que necesitamos.
El bálsamo para la duda y la perplejidad están en experimentar, al igual que ella, el gozo del encuentro: "Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni! (que quiere decir, Maestro). Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas". Juan 20:16-18
¿Estás llorando? ¿Te parece que Dios se ha alejado de tu vida? ¿Tienes dudas?
Él está cercano.
Tenemos que secar nuestras lágrimas para poder darnos cuenta que Él no se ha ido lejos, que está cerca, a nuestro lado, deseando impartirnos seguridad, gozo y paz.
Él está cercano.
El mismo lo aseguró: "he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo". Mateo 28:20
Aunque, como María, tengamos que esperar un rato más el momento del abrazo; aunque hoy su presencia física nos sea negada, podemos volver nuestros ojos a la luz de su presencia, y salir a dar las nuevas de que hemos visto al Señor. Un mundo que yace en tinieblas necesita la seguridad que proporciona ese mensaje.
Tengamos confianza, él está cercano.