“Ciertamente,
si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el
conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en
ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero.
Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la
justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo
mandamiento que les fue dado”. 2ª Pedro 2:20,21
¿Qué es ser un ex?
Según el diccionario:
- “Prefijo que entra en la formación de palabras con el significado de 'fuera, más allá': excomunión, excéntrico, extraer.
- Prefijo procedente de la preposición latina ex, fuera o más allá: extender, excéntrico, y también negación o privación: exheredar; encarecimiento: exclamar.
- Antepuesto a nombres de dignidades o cargos y a nombres o adjetivos de persona, indica que este ha dejado de ser lo que aquellos significan: ex ministro, etc.
Diccionario Manual de la Lengua Española Vox. © 2007 Larousse Editorial, S.L.
De todos los ”ex”
que puedan catalogarse, para mí el más doloroso es que alguien diga de
sí mismo que es un “ex-adventista”. Equivale, según pienso, a dejar de
ser cristiano.
Ser
un ex-adventista es algo trágico, como ser un ex esposo, o un ex
empleado. Habla de la pérdida de una condición que antes lo hizo
sentirse feliz y realizado.
Significa
que alguien ha negado su fe y se ha privado de los beneficios de ella,
volviendo a su anterior práctica religiosa, o convirtiéndose en un
escéptico o un ateo. Dejó de ser lo que antes fuera, pero sin conseguir
ninguna mejora.
Es
un título penoso, porque señala que fracasó en comprender la
maravillosa gracia que se encuentra en Cristo y la brillante luz de la
verdad, colocándose voluntariamente fuera de su alcance. Como el joven
rico, que se fue triste porque tenía muchas posesiones que no quería
abandonar; o como el hijo pródigo, que dejó la casa del Padre porque
quería gozar la vida; su partida deja un profundo vacío y ha producido
gran sufrimiento en quienes lo amaban.
Implica
también una gran tristeza, porque significa que nosotros, sus hermanos,
tuvimos “éxito” en lanzarlo fuera o más allá de la gracia. Esto es algo
que no debemos tomar a la ligera. Como hijos de Dios debemos reconocer
que en muchas ocasiones hemos representado mal a nuestro Señor y causado
que muchos se desanimaran y abandonaran la fe.
Pero ser “ex” es además una condición desconcertante y peligrosa, porque coloca a este en una especie de limbo espiritual.
Desconcertante
pues nadie debería andar proclamando su perdida filiación religiosa; es
como ser un “ex-hijo”, por ejemplo (¿suena raro, verdad?).
Peligrosa
porque queda expuesto a toda insinuación del enemigo de las almas y
corre gran riesgo de tranformarse en su instrumento. Jesús afirmó: “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama.” Mateo 12:30
Circulan
en la web una cantidad de escritos críticos de la iglesia suscritos por
personas que dicen serlo. La mayoría de ellos denota un gran
resentimiento y un espíritu duro e implacable. Atacan nuestras
doctrinas, nuestra organización y de manera especial su encono se enfoca
hacia los dirigentes.
Muchas
de las cosas que afirman son producto de una pobre comprensión de lo
que la vida espiritual significa; otros reclamos son muy ciertos, pues
los hombres somos falibles, podemos caer, obrar mal y decepcionar a
otros; y otros todavía, son terribles sofismas sugeridos por Satanás
mismo para minar la fe del pueblo de Dios.
Son,
en todo sentido, opositores más temibles que los incrédulos o los que
nunca compartieron nuestra fe. De ellos puede decirse con propiedad que
hubiera sido mejor que no conocieran “el camino de la justicia”.
Pero
a todos ellos -los enemistados, los decepcionados, los amargados y los
desanimados-, el mensaje que debemos darles es el mismo:
¡¡¡LOS AMAMOS,
VUELVAN A CASA.!!!
Nos
hace falta, no lamentar su pérdida, sino salir a buscarlos para
pedirles perdón por el descuido o por los pecados propios o ajenos que
los alejaron. No podemos estar satisfechos hasta que vuelvan al redil.
Necesitamos
compartir el vivo y tierno interés por las almas que llevó al profeta
Jeremías a llorar por la desolación de su pueblo -bien que su perdición
no había sido por su causa-.
Deberíamos tratar de conmovernos por su desgraciada suerte, con ese amor que solo nace en el seno de Dios:
“¿No
es Efraín hijo precioso para mí? ¿no es niño en quien me deleito? pues
desde que hablé de él, me he acordado de él constantemente. Por eso mis
entrañas se conmovieron por él; ciertamente tendré de él misericordia,
dice Jehová”. Jeremías 31:20
Buen punto Willy y creo que lejos de "salir" de las filas de nuestras congregaciones o entidades corporativas, hay muchos que dejan de creer en el Señor Jesucristo, alejándose de la vida y del amor que solo Él puede conceder, esto es gravísimo pues quedan expuestos como bien dices a cualquier aire de enseñanza apartada de la verdad.
ResponderEliminarPero también hay muchos que estando cerca de todo lo que llamamos cristiandad, son "ex", porque sólo militan cual oyentes en nuestras reuniones, sin dar mayor oído a la dulce voz del mensaje "renconciliaos con Dios"