“La serpiente con su astucia engañó a Eva”. 2ª Corintios 11: 3.
Satanás se posesionó de la serpiente, se ubicó en el árbol del conocimiento y comenzó a comer de su fruto con despreocupación.
Eva,
en un primer momento sin darse cuenta, se separó de su esposo absorbida
por sus ocupaciones. Cuando se percató del hecho, tuvo la sensación de
que estaba en peligro, pero nuevamente se sintió segura, aunque no
estuviera cerca de su esposo. Creía tener sabiduría y fortaleza para
reconocer el mal y enfrentarlo. Los ángeles le habían advertido que no
lo hiciera...
Satanás
quería introducir la idea de que al comer del árbol prohibido
recibirían una nueva clase de conocimiento más noble que el que habían
alcanzado hasta entonces. Esa ha sido su especial tarea, con gran éxito,
desde su caída: inducir a los hombres a espiar los secretos del
Todopoderoso y a no quedarse satisfechos, con lo que Dios ha revelado, y
a no obedecer cuidadosamente lo que él ha ordenado. Pretende
inducirles, además, a desobedecer los mandamientos de Dios, para
hacerles creer que se están introduciendo en un maravilloso campo de
conocimiento. Eso es pura suposición, y un engaño miserable. No logran
entender lo que Dios ha revelado, y menosprecian sus explícitos
mandamientos y procuran sabiduría, separados de Dios, y tratan de
comprender lo que él ha decidido vedar a los mortales. Se ensoberbecen
en sus ideas de progreso y se sienten encantados por sus propias vanas
filosofías, pero en relación con el verdadero conocimiento andan a
tientas en la oscuridad de la medianoche. Siempre están aprendiendo pero
nunca son capaces de llegar al conocimiento de la verdad.
No
era la voluntad de Dios que esa inocente pareja tuviera el menor
conocimiento del mal. Les había otorgado el bien con generosidad, y les
había evitado el mal...
La
mujer creía que era capaz de discernir el bien y el mal. La lisonjera
esperanza de alcanzar un nivel más elevado de conocimiento la había
inducido a pensar que la serpiente era su amiga especial, que tenía gran
interés en su bienestar. Si hubiera buscado a su esposo y ambos
hubieran transmitido a su Hacedor las palabras de la serpiente, habrían
sido liberados al instante de esta artera tentación.- La historia de la
redención, págs. 33-35, 38.
La rebelión y la apostasía están en el aire mismo que respiramos.
Seremos afectados por ellas a menos que vinculemos mediante la fe
nuestras almas desvalidas con Cristo. Si los hombres son descarriados
ahora con tanta facilidad, ¿cómo resistirán cuando Satanás personifique a
Cristo y realice milagros? ¿Quiénes permanecerán inconmovibles por el
engaño que presentará entonces, cuando profese ser Cristo y sea
solamente Satanás que personifica a Cristo, y que aparentemente realiza
las obras de Cristo? ¿Qué impedirá que el pueblo de Dios preste
obediencia a los falsos cristos? "No vayáis" (Luc. 17:23).- Mensajes selectos, t. 2, pág. 455.
Tomado del libro Exaltad a Jesús Página 15
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