viernes, 20 de abril de 2012

DE LO INVISIBLE Y ETERNO


“No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”. 2ª Corintios 4:18
El personaje de Saint Exupery declaraba en su libro El Principito que lo esencial es invisible a los ojos”. 
Esta es una gran verdad, ya se trate de cosas del mundo físico o del ámbito espiritual. Gran parte de lo relevante que ocurre en el universo se halla oculto a nuestra vista Lo que acontece dentro de nuestro organismo, el viento, la fotosíntesis o las fuerzas gravitatorias por ejemplo, están fuera de nuestro campo de visión, aunque podemos sentir sus efectos. La mayor parte de las ondas -luminosas, sonoras y electromagnéticas- y los procesos físicos y bioquímicos más espectaculares, también permanecen invisibles para nuestros menguados ojos. Más importante aún; los sentimientos de amor, ternura, abnegación, heroísmo o valentía, no son cosas tangibles o comprobables por los sentidos.
Al parecer, con nuestros ojos físicos... ¡no podemos ver casi nada!
No podemos “ver” el amor de Dios; que -aunque nos hallemos rodeados por él-, no se percibe por la razón o los sentidos; solo podemos experimentarlo y sentirlo mediante la fe. Tampoco vemos la operación del Espíritu o el cuidado de los ángeles, o las huestes de maldad que nos rodean...y la lista podría seguir.
A diferencia de Saint Exupery que decía que “no se ve bien sino con el corazón”, creo que aquella visión trascendente no depende de los sentimientos, sino de la fe; “porque por fe andamos, no por vista”. 2ª Corintios 5:7
Para poder ver con los ojos de la fe, necesitamos tener la actitud de Moisés, que eligió mirar algo diferente. “Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón... teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible”. Hebreos 11: 24-27
Cuando ponemos nuestros ojos en lo invisible y eterno, sus realidades se hacen patentes para nuestros sentidos. El mundo espiritual llega a ser tan real como lo que captan nuestros ojos y podemos sostenernos viendo al Invisible y Todopoderoso Señor de nuestras vidas.
Tener esta visión no depende del esfuerzo humano, sino del poder de Dios obrando en nosotros. Cuando elegimos mirar lo que no se ve, somos beneficiados con un discernimiento especial y los milagros están al alcance de la mano.
El registro de la vida del profeta Eliseo es una prueba de ello. El sucesor de Elías era un hombre profundamente espiritual, habituado a tener comunión con lo intangible. Se registra que en cierta oportunidad, cuando estaban rodeados por el ejército de Siria, su siervo manifestó temor por estar rodeados. “Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea... Y luego que los sirios descendieron a él, oró Eliseo a Jehová, y dijo: Te ruego que hieras con ceguera a esta gente... Y cuando llegaron a Samaria, dijo Eliseo: Jehová, abre los ojos de éstos, para que vean. Y Jehová abrió sus ojos, y miraron”. 2ª Reyes 6:17-20
Al sonido de una simple oración su siervo pudo ver a los ángeles que los guardaban; al pedido de Eliseo, los sirios fueron cegados y recuperaron la vista ¡Qué maravilloso!
El mismo poder se halla disponible para nosotros hoy día. Basta desearlo,  pedirlo,  y colocarse en las manos de Dios, para que las cosas invisibles y eternas se hagan claramente visibles.
Por otra parte, si dejamos de lado la voluntad del Señor, nos volveremos ciegos a las realidades eternas. Cuando los fariseos rechazaron al ciego que recobró la vista, rechazaron también al Salvador. “Dijo Jesús: Para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados”.  Juan 9:39
¿Ves claramente? ¿Puedes ya percibir los sonidos y la luz inefable que bajan por las puertas de la Nueva Jerusalén?
Pronto ambos mundos se comunicarán para siempre; pero por ahora, las cosas invisibles y eternas solo se pueden ver por medio de la fe. Y esa fe victoriosa es la que abre los ojos a las realidades celestiales.
“Al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén”. 1 Timoteo 1:17
Busca hoy esa visión para gloria de Dios.

1 comentario:

  1. Reciban muchas bendiciones, les invito a mi blog www.creeenjesusyserassalvo.blogspot.com
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