domingo, 16 de enero de 2011

SIN PECADO

"¿Qué, pues, diremos? 
¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?...  Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna". Romanos 6:1,2,22
En la entrada anterior lancé la pregunta "¿Se puede vivir sin pecar?". Aunque la encuesta no tuvo la repercusión que esperaba, agradezco los comentarios que enviaron.
Me gustaría expresar mi posición frente a este tema en los términos más claros posibles y con base en las Escrituras solamente; reconociendo que aunque lo haga con honestidad, mi entendimiento quizá necesite perfeccionarse y deba cambiar mi posición.
No obstante, trataré de hacerlo simple.
Grandes teólogos han hecho grandes aportes a este tema con enfoques y énfasis distintos: Agustín, Pelagio, Tomás de Aquino, Lutero, Calvino, Wesley, por citar algunos. Y lo penoso del asunto es que en vez de aclarar las cosas, sus ideas han servido a algunos para agitar las aguas de la controversia y de la división en el seno del cristianismo. Hasta el día de hoy muchos se debaten en la inseguridad perjudicados por esta confusión. También han dado pasto seco a las llamas de variadas herejías.
Como reza el texto inicial, los siervos de Dios no perseveran en el mal, pues han muerto al pecado. Aunque la gracia sigue extendida y Su perdón es infinito, no debemos vivir vidas vacilantes y estar "muriendo" y "resucitando" a cada paso de nuestro caminar cristiano.
Lo cierto es que el Señor espera de nosotros vidas santas y apartadas del pecado.
Lo espera a nivel individual y colectivo pues: "Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha". Efesios 5:25-27
Además dice: "Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor". Hebreos 12:14
Y también: "como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir". 1 Pedro 1:15
Blancos elevados, ¿verdad?
Vivir sin pecado es el ideal de Dios para sus hijos. Lo espera porque él ha hecho el gasto, habiendo entregado a su Hijo amado para hacerlo posible. Quiere que seamos santos para poder vivir en su presencia. Es posible por cuanto la cruz nos pone al alcance tanto la justificación como la redención y la glorificación. Son nuestras en Cristo y por medio de él.
Y la redención del pecado abarca tanto el aspecto legal como el relacional, como lo expresa en su primera carta Juan, el discípulo amado:
"Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley. Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él. Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo. El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios".
1ª Juan 3:4-9
Una correcta comprensión del pecado nos llevará a repudiarlo, no a justificarlo. El pecado es contrario a la gran ley divina del Amor, es rebelión contra los principios del gobierno de Dios. Implica por lo tanto el quiebre de nuestra relación con él.
Por eso el texto expresa que el que "permanece en él no peca" y quien lo hace no le ve ni le conoce, porque la relación viviente con Cristo, haber "nacido de Dios", se expresa en una vida como la suya.
Practicar el pecado nos hace posesión del diablo ¡Es un asunto muy serio en verdad!
Por otra parte, Dios no nos pediría algo que estuviera fuera de nuestro alcance. De hecho, Cristo en su humanidad lo logró, pues vivió sin pecado toda su existencia terrena.
Está claro que no lo hizo en virtud de su humanidad, sino por el poder del Espíritu Santo que  dirigía su vida. Necesitaremos del mismo medio y de la misma habilitación a fin de alcanzar el blanco. Mediante el Espíritu es como se forma la imagen de Dios en el alma y como la Divinidad hace morada en nuestra vida y aleja el pecado.
Su amor en nosotros desterrará el egoísmo y el "amor al mundo", dándonos poder para permanecer en él. 
Permanecer en Cristo requerirá por nuestra parte una actitud de constante renunciamiento al yo y un reiterado sometimiento a la voluntad divina.
Una aclaración: no hablo aquí de la doctrina del perfeccionismo, sino de la perfección cristiana expresada en la vida cotidiana.
La idea de perfección no anula ni la gracia, de la que constantemente dependeremos, ni el crecimiento en ella. Así como el alumno que se saca "excelente" en un exámen todavía debe seguir estudiando y perfeccionándose, tenemos que seguir creciendo. Debemos vivir en la luz de su presencia pero anhelar más y más de ella cada día.
Pablo lo puso en claro al afirmar: "No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús". Filipenses 3:12-14
No estaremos libres de la influencia del pecado hasta el momento de la glorificación, pero somos llamados a vivir una "vida nueva" (ver Romanos 6:4), no en un retoque de la vida pasada.
La realidad presente del pecado requiere constante vigilancia para evitar confiar en nosotros mismos. Somos salvos por la fe, justificados por ella, y hemos de ser santificados también colocando nuestra fe en Jesús como único y suficiente Salvador. Nadie más puede hacerlo.
De los que serán sellados y protegidos para afrontar el inminente tiempo del fin se dice:
"Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero; y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios".  Apocalipsis 14:4,5
Seguirán "sin mancha" al Cordero aquí, para continuar siguiéndole allá frente a su trono.
¿Te gustaría ser uno de ellos?
Aspira pues a la perfecta conformidad con el carácter de Cristo

1 comentario:

  1. Tremendamente esclarecedor!
    Quiera Dios, alumbrar los ojos del entendimiento con Su Santo Espíritu y liberar del engaño a cuantos lean este post.
    Desde Chile un gran abrazo Willy

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