sábado, 13 de noviembre de 2010

EL TRATO DE DIOS CON ISRAEL II

No hay en ningún himnario cristiano un himno de esta clase...
Tampoco tendría éxito, no estaría primero en ventas, ni se incluiría jamás alguno que tuviera como tema las flaquezas humanas, la apostasía y la ingratitud de las criaturas con su Creador.
¿Quién cantaría algo así como: "¿Así pagáis a Jehová, pueblo loco e ignorante?", no les parece?
En un extenso poema que Moisés debía enseñar a los hijos de Israel se revela la manera en que Dios procede con su pueblo. Se evidencian en él, tanto su justicia como su misericordia en la forma en que condujo a su pueblo a través de los tiempos.
"Escuchad, cielos, y hablaré; y oiga la tierra los dichos de mi boca.
Goteará como la lluvia mi enseñanza; destilará como el rocío mi razonamiento;
Como la llovizna sobre la grama, y como las gotas sobre la hierba;
Porque el nombre de Jehová proclamaré. Engrandeced a nuestro Dios.
El es la Roca, cuya obra es perfecta, porque todos sus caminos son rectitud;
Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él; es justo y recto.
La corrupción no es suya; de sus hijos es la mancha, Generación torcida y perversa.
¿Así pagáis a Jehová, pueblo loco e ignorante? ¿No es él tu padre que te creó? El te hizo y te estableció.
Acuérdate de los tiempos antiguos, considera los años de muchas generaciones;
Pregunta a tu padre, y él te declarará; a tus ancianos, y ellos te dirán.
Cuando el Altísimo hizo heredar a las naciones, cuando hizo dividir a los hijos de los hombres,
Estableció los límites de los pueblos según el número de los hijos de Israel.
Porque la porción de Jehová es su pueblo; Jacob la heredad que le tocó.
Le halló en tierra de desierto, y en yermo de horrible soledad;
Lo trajo alrededor, lo instruyó, lo guardó como a la niña de su ojo.
Como el águila que excita su nidada, revolotea sobre sus pollos,
Extiende sus alas, los toma, los lleva sobre sus plumas,
Jehová solo le guió, y con él no hubo dios extraño.
Lo hizo subir sobre las alturas de la tierra, y comió los frutos del campo,
E hizo que chupase miel de la peña, y aceite del duro pedernal;
Mantequilla de vacas y leche de ovejas, con grosura de corderos, y carneros de Basán;
también machos cabríos, con lo mejor del trigo; y de la sangre de la uva bebiste vino.
Pero engordó Jesurún, y tiró coces (engordaste, te cubriste de grasa);
Entonces abandonó al Dios que lo hizo, y menospreció la Roca de su salvación.
Le despertaron a celos con los dioses ajenos; lo provocaron a ira con abominaciones.
Sacrificaron a los demonios, y no a Dios; a dioses que no habían conocido,
A nuevos dioses venidos de cerca, que no habían temido vuestros padres.
De la Roca que te creó te olvidaste; te has olvidado de Dios tu creador".
  Deuteronomio 32:1-18
Semejante proceder de parte de quienes fueron rescatados de la opresión nos llena de asombro. Pero los cristianos no lo hemos hecho mejor, por lo tanto este cántico es también para nosotros.
En la entrada anterior proponía algunos interrogantes que se levantan al respecto. Veamos los dos primeros.
1- Si Dios sabía que esto iba a suceder, ¿porqué lo permitió?
Con toda claridad se afirma que la obra de Dios es perfecta, y que si algo salió mal "la corrupción no es suya; de sus hijos es la mancha".
Al ennumerar las acciones divinas y las bendiciones que proporcionó a Israel, el canto deja en claro por medio de vigorosas figuras del lenguaje, el amoroso trato que brinda a los suyos. Nada que pudiese haber hecho en su favor dejó de hacerse.
Pero al mismo tiempo que este canto exculpa al Señor, enfatiza la responsabilidad humana. Aunque Dios es todopoderoso, no anula la libre elección del ser humano.
Permite que sus criaturas reciban las consecuencias de sus propias acciones para que puedan ver por sí mismas los efectos terribles del pecado; aunque siempre se halla cerca para consolarnos y sanar nuestras heridas.
Los israelitas, sin embargo, al verse en prosperidad lo abandonaron, lo menospreciaron y lo reemplazaron por otros dioses. Esto solo puede calificarse como la más negra ingratitud. No, él no es responsable de las elecciones del hombre ni de las consecuencias de éstas.
2- ¿No tiene él suficiente poder para evitar la apostasía de sus hijos?
La respuesta más sencilla es un enfático sí. Pero en los propósitos divinos no está simplemente evitar el mal (podría haberlo hecho eliminando al Diablo), sino dejarlo sin justificación.
Y esto requiere de un aprendizaje. Al igual que una madre que quiere enseñar a su hijo a comer por su cuenta, que permite que se ensucie, tire y desperdicie la comida (cuando le sería más fácil dársela ella misma), Dios permite el avance del mal pero vigila atentamente el proceso.
Satanás acusó a Dios de injusticia (ver Job 1), y este respondió permitiendo al maligno causar dolor a su siervo; no obstante, siempre le puso límites a su accionar. La Biblia nos da la seguridad de que "no os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar". 1º Corintios 10:13
Recordemos: "la corrupción no es suya; de sus hijos es la mancha".

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