sábado, 14 de agosto de 2010

LO QUE APRENDÍ DE UNA LESIÓN

"Aunque afligido yo y necesitado,
Jehová pensará en mí.
Mi ayuda y mi libertador eres tú;
Dios mío, no te tardes".
Salmos 40:17
El miércoles fui a jugar al básquetbol con algunos alumnos y profesores y me lesioné el pie izquierdo de una forma algo extraña. El especialista que me revisó me dio para 3 semanas de reposo. Aunque lo sucedido fue motivo de simpatía para algunos que me llamaron para averiguar como estaba, también motivó las burlas de mis amigos y familia diciendo que a mi edad "ya no estoy para esos trotes".
Pero mi limitación física y la forzosa inactividad resultante me han recordado siete claras lecciones espirituales que quisiera compartir.
  1. Me recordaron mi fragilidad: Yo bien sabía que me exponía a lesiones por mi estilo de vida sedentario y el poco ejercicio; pero con algo de soberbia, confié en mis fuerzas más allá de lo razonable. Mi cuerpo se deteriora y no importa cuanto lo cuide, un día fallará por completo. Por eso, cada día debo recordar consagrarme al Señor como si fuera el último de mi existencia. (ver entrada "Efímeros")
  2. La sumisión: cuando el médico me indicó que debía pedir licencia, no consultó mis planes o las responsabilidades que debía cumplir. Tampoco si me agradaban o no las medicinas. Simple y llanamente debí obedecer y olvidarme de lo que deseaba hacer. Necesito reconocer que no soy dueño de mi vida y que "en tu mano están mis tiempos". Salmos 31:15
  3. El dolor: cuando al pisar sentí una terrible punzada en la planta del pie, afronté la realidad del desagradable "efecto colateral" que el pecado trae consigo. Sufrir es por demás desagradable, pero en ciertos casos es un "último recurso" divino sumamente aleccionador. Su presencia me debería conducir a cambiar las cosas que ofendan a nuestro Señor.
  4. La dependencia es quizá el elemento más irritante. Nos gusta valernos por nosotros mismos y no queremos aceptar las limitaciones. Pero con el tiempo (o los contratiempos), nos vamos dando cuenta de que dependemos de la ayuda de los demás. Pablo, ya anciano suspiraba por la compañía y ayuda de su camarada Timoteo: "procura venir pronto a verme... trae, cuando vengas, el capote que dejé en Troas en casa de Carpo, y los libros, mayormente los pergaminos". 2ª Timoteo 4:9 y 13
  5. La humildad: es un subproducto de la dependencia. Cuando estamos desvalidos y nuestra pretendida omnipotencia queda por el piso, el yo es puesto a a un lado. Buscamos entonces la ayuda de los demás y suplicamos el favor divino (que siempre hemos necesitado). Bueno sería que esta fuera mi actitud en todo momento.
  6. La paciencia: Una larga afección nos enseña a ser pacientes y esperar. Esperar el fin del dolor, esperar la recuperación física, esperar encontrarnos otra vez en plenitud. Esperar con paciencia en Dios...En medio de las prisas y el afán de la vida diaria debo evitar que me pase como decía una canción; "me olvidé de vivir" para esta vida y para la venidera.
  7. La devoción: en el dolor, la necesidad y el alejamiento de las responsabilidades, se me da un precioso tiempo para reflexionar, orar, leer la santa Palabra de Dios y para el culto de familia. Necesito apartar más tiempo para estas cosas también cuando esté sano.
Finalmente, este incidente me ayuda a enfocarme en Jesús y en el cielo, cuando todas nuestras penas, limitaciones, dolores y tristezas se habrán ido para siempre. La esperanza de ese día es mi mayor gozo. Alégrense conmigo en la anticipación del día en que "los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sion con alegría; y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido." Isaías 35:10

miércoles, 11 de agosto de 2010

¿DESCARTADOS?


"Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, Y espíritu noble me sustente". Salmos 51:10-12
Vivimos en una generación "descartable", tanto en lo material como en lo referente a relaciones humanas. Las personas también se usan y se tiran. Basta la mas mínima ofensa o descuido de nuestra parte (o tan solo haber perdido utilidad), para que seamos dejados de lado por los demás, como si de un trapo sucio se tratase.
Produce mucho dolor descubrir que aquellos a quienes amamos, en los que confiamos y depositamos nuestros afectos, nos han dejado de lado. Cuando un familiar nos deja de hablar, un amigo nos retira su amistad o cuando nuestros colegas nos tratan con frialdad "profesional", algo se quiebra en nosotros. No importa en verdad qué hayamos hecho o dejado de hacer, tengamos algo de culpa o no en lo sucedido; nos llegamos a sentir como parias. Es que el desafecto es devastador para cualquiera, puesto que somos básicamente seres sociales.
  • El hijo que olvida a sus padres, o peor todavía, la madre que olvida a sus hijos...
  • Un hermano que desprecia a su hermano...
  • El jefe que no valora a su sobordinado (o viceversa)...
  • El amigo que nos traiciona y habla a nuestras espaldas...
Pero si ser descartado por las personas es triste, ¿cuánto más será ser dejados de lado por Dios mismo?
El rey David había cometido un grave pecado, y en una actitud singular escribió el  bello salmo 51, en el que registró sus sentimientos de pesar y tristeza por el pecado.
¿Cantaría yo un canto de reconocimiento por mis pecados? No estoy seguro...
Su mayor preocupación era que Dios no lo abandonara. No quería perder su preciosa compañía ni permanecer alejado de él. Todo su interés se centra en el gozo que sentía cuando se hallaba en comunión con Dios, el dolor de la separación y el deseo de ser restaurado a una correcta relación con su Señor.
¡Qué ejemplo maravilloso de un hombre que, aún sabiéndose pecador, sigue confiando en su Salvador!
Es que aunque nuestros familiares, hermanos, amigos o colegas renieguen de nosotros y nos desechen, nuestro persistente Dios y Señor no nos descarta. Su amor no se rinde ante nuestras reiteradas flaquezas, doblez e inconsistencia ni se muda ante la más necia ingratitud. En ello se basa nuestra seguridad de salvación. Como prueba nos ha dejado registradas sus promesas, que incluyen todo recurso imaginable para alcanzar la vida eterna:
  • "He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho". Génesis 28:15
  • "Porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré". Hebreos 13:5
No obstante, la gracia de Dios no debe ser vista como un signo de debilidad de su parte. Un día la gracia habrá hecho su tarea y desplegará sus alas para no retornar. Nuestro gran Sumo Sacerdote culminará su obra mediadora y vendrá a buscar a los suyos.
Los que como David reconocen sus faltas y buscan su misericordia hallarán perdón; pero los que rechazan su amor un día se encontrarán sin intercesor, y serán rechazados en el juicio. Jesús no descartará a nadie que no lo haya previamente descartado a él: "Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles". Mateo 25:41
Entonces, el fuego final, que solamente estaba destinado para Satanás y su hueste, abrasará también a los que resistieron locamente toda invitación de la misericordia divina.
Digamos como David: "Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente". Salmos 51:10-12

sábado, 7 de agosto de 2010

ENAJENACIÓN

"Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!" Lucas 15:17
 Esta expresión se repite en Hechos 12:11, que dice: "Entonces Pedro, volviendo en sí, dijo: Ahora entiendo verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel, y me ha librado de la mano de Herodes, y de todo lo que el pueblo de los judíos esperaba."
¿Es posible estar ausente de uno mismo?
Entiendo que la frase se usa en aquí el sentido de recapacitar, de darse cuenta, de advertir la propia condición. Tanto el hijo pródigo como Pedro se encontraban enajenados; sin una adecuada percepción de la realidad, aunque por diferentes motivos.
La palabra enajenación tiene varias acepciones:
  1. Significa figurativamente distracción, falta de atención, embeleso.
  2. En el derecho legal, es el acto de transmitir a otra persona la propiedad o derecho que se tiene sobre una cosa.
  3. En la sicología es definida como enajenación mental, locura, privación del juicio.
  4. Falta de atención a causa de un pensamiento o de una impresión fuerte.
(Fuente: Diccionario Enciclopédico Vox 1. © 2009 Larousse Editorial)
En la parábola de Lucas 15, el jóven se había apartado del hogar paterno por propia voluntad, encandilado por el deseo de gozar de los placeres que no hallaba en su hogar y felicitándose de su independencia del Padre. Todo terminó abruptamente en el chiquero, sin brillo, ni gloria, ni gozo ni libertad. Caben para este caso los tres primeros significados de enajenación, que son efecto del pecado.
Cuando niño, era un ávido coleccionista de historietas. Recuerdo una ocasión en que un muchacho, bastante mayor que yo, me mostró un nuevo ejemplar, diciendo que era un número que todavía no había salido (¿?) y que me lo cambiaría por la gruesa pila de revistas que tenía. Aprovechándose de mi inocencia, se llevó todo lo mío a cambio de una sola que, para mi disgusto, pude encontrar más tarde en el kiosco.
El pecado distrae, embelesa, hipnotiza a sus víctimas con las antiguas y falsas promesas de superación y libertad. Despierta la codicia y nos hace creer que apartados de Dios y de su ley nos irá mejor; que fuera de su "restrictiva" presencia serán abiertos nuestros ojos y llegaremos a ser dioses. Pero como lo descubrieron Adán y Eva en el Edén, son solamente mentiras de Satanás que nos arrebatan todo lo que tenemos.
Aturdidos por el encanto de la transgresión cedemos, de propia voluntad y al más terrible precio, nuestra voluntad a manos del Maligno. Podríamos afirmar como Pablo: "Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado. Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago". Romanos 7:14, 15
En tercer lugar la persistencia en el mal lleva a un estado mental que se puede definir como locura. Cambiamos oro por baratijas; la vida eterna por la infelicidad y la culpa. Cuando nos hemos vendido (o más bien regalado) al pecado, perdemos el dominio propio y nos degradamos en forma progresiva hasta recoger los frutos de nuestra elección: la muerte y la separación eterna de Dios.
Finalmente, y para bien, aún nos queda la cuarta acepción y la segunda historia.
Es imposible por propia cuenta escapar del dominio del pecado. Si el Señor no interviniera, nunca recobraríamos la razón.
Pero por el milagro misterioso de su gracia, él nos alcanza, nos convence y nos eleva del fango del pecado y la degradación. Nos quita nuestra vestidura manchada por el pecado revistiéndonos de su perfecto manto de justicia, pone en nuestro dedo el anillo de su pacto de amor y nos restaura a la condición de hijos e hijas de Dios.
Cuando esa liberación se produce, al igual que Pedro no nos queda otra cosa que despertar y maravillarnos de la gloria del amor redentor manifestado en nuestro favor. Nuestra pobre fe se abruma ante la fuerte impresión que las realidades celestiales abren al entendimiento por obra del Espíritu que aviva la conciencia. Alabemos a Dios por esto.
¿Te encuentras hoy enajenado o liberado?

sábado, 31 de julio de 2010

VIVIR EN SODOMA

Toda la vida es un cúmulo de elecciones. Elecciones trascendentes y de las otras, elecciones triviales y otras no tanto. Pero todas ellas, por mínimas que parezcan, tienen consecuencias eternas porque son reflejo de las inclinaciones de nuestro corazón. Clara demostración de ello fue la elección que hizo Lot:
“Y alzó Lot sus ojos, y vio toda la llanura del Jordán, que toda ella era de riego, como el huerto de Jehová, como la tierra de Egipto en la dirección de Zoar, antes que destruyese Jehová a Sodoma y a Gomorra. Entonces Lot escogió para sí toda la llanura del Jordán; y se fue Lot hacia el oriente, y se apartaron el uno del otro.  Abram acampó en la tierra de Canaán, en tanto que Lot habitó en las ciudades de la llanura, y fue poniendo sus tiendas hasta Sodoma. Mas los hombres de Sodoma eran malos y pecadores contra Jehová en gran manera”. Génesis 13:10-13
¿Qué implicaba la decisión del joven patriarca?
En busca de ventajas materiales, riqueza y comodidades, halló una sociedad altamente corrompida, con características que debería haber evitado. El saldo de su incursión fue que perdió todo los bienes que había acumulado, junto a su esposa y sus hijas; legó además a la posteridad dos pueblos que se contaron entre los peores enemigos de Israel.
Veamos algunas impactantes descripciones del carácter de los habitantes de esta malvada ciudad registradas en la Biblia:
“He aquí que esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleció la mano del afligido y del menesteroso”. Ezequiel 16:49
Como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquéllos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno”. Judas 7
“Porque de la vid de Sodoma es la vid de ellos, y de los campos de Gomorra; Las uvas de ellos son uvas ponzoñosas, racimos muy amargos tienen”. Deuteronomio 32:32
“y si condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente, y libró al justo Lot, abrumado por la nefanda conducta de los malvados (porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos)” 2º Pedro 2:6-8
Convendría repasar la lista de los males mencionados en los textos anteriores:
  • Maldad
  • Soberbia
  • Abundancia
  • Ociosidad
  • Comodidad
  • Ventajas materiales
  • Complacencia egoísta
  • Vivir de las apariencias
  • Burla
  • Engaño
  • Deshonestidad
  • Falta de misericordia
  • Vicio
  • Fornicación
Las ponzoñosas uvas de Sodoma perduran en la actualidad, amenazando corromper con su veneno a los hijos de Dios. Aunque la ciudad pecadora ya no existe más, su espíritu impío y mundano sobrevive extendiendo sus fronteras hasta abarcar el mundo entero. Hoy ya no se trata de evitar vivir en Sodoma, sino de sobrevivir dentro de ella.
No obstante, la marea del mal que amenaza llevarse todo rastro de nobleza y virtud del corazón humano, no es más poderosa que la gracia de Dios. Así como Lot fue librado de la pecaminosa ciudad, nos puede librar a nosotros. Solamente se requiere de cada hijo de Dios que sea decidido en su oposición al mal y actúe en el temor del Señor para salvar su familia, como hizo Noé: “Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe”. Hebreos 11:7
Al temeroso Lot se le ordenó: "Escapa por tu vida" Génesis 19: 17. 
Resolvamos también escapar de la corrupción de este mundo si queremos ser contados con los que heredarán la salvación venidera.

sábado, 17 de julio de 2010

MI TESTIMONIO

Hay cosas que uno tarda en aprender. Conceptos que tiene por sabidos pero que en realidad son ajenos a nuestra experiencia diaria. Aunque me bauticé a fines del año 1978, no fue sino hasta mediados del año 1989 cuando recién comencé a entender que era un testimonio. 
En un congreso al que asistí, me pidieron que escribiera mi testimonio, lo que me puso en un aprieto por cuanto jamás había siquiera pensado en dar mi testimonio en forma regular.
No sabía que poner en el papel, en gran medida porque suponía que tendría que contar algo así como que había sido rescatado de la drogadicción, de la posesión demoníaca o de una vida criminal. Veía mi vida como bastante buena, correcta y moral desde mi juventud. Los pecados de los que me había arrepentido no eran nada público y en suma ¿qué podría yo decir de impactante?
En mi desesperación comprendí que no necesitaba comentar nada sensacional. Solamente tenía que hablar de la larga y silenciosa lucha que el Espíritu Santo había emprendido contra mi alma pecaminosa, mi porfiada resistencia durante ocho años y el admirable triunfo que el Señor había conseguido en mí.
Era precisamente la falsa seguridad que yo abrigaba la que me había mantenido fuera del alcance del amor de Dios, de responder a su gracia y rendirle mi vida. 
Cuando tuve mis primeras nociones de la existencia de Dios a través de diferentes medios, lo primero que sentí era que podría encontrar en la Biblia la seguridad, la paz y el sentido del que por entonces carecía. 
Siempre fui muy inseguro de niño, sobre todo por un defecto físico congénito que me avergonzaba, por mi debilidad y mi torpeza, que ahora veo que fueron más que nada ideas que otros sembraron en mi.
Escribií finalmente en aquel día, que al encontrarme con Jesús recibí no solamente el perdón de mis pecados, sinó un nuevo sentido a mi vida, una completa paz y la seguridad que antes no tenía.Ya diré algo de eso en la próxima entrada.
Pero con el paso del tiempo comprendí que el testimonio no se construye con hechos del pasado. Son las vivencias de cada día las que me pueden ayudar a contar a todos lo que el maravilloso Jesús está haciendo en mi vida. 
Los resultados de su obra en mi vida, por otra parte, hablan mejor que mis palabras. Y mis rebeldías, debilidades y defectos ¡ay!, testifican también de lo necesitado de su gracia que sigo estando.
 Mirando atrás puedo ver los abismos de iniquidad de los que el Señor me rescato, los valles oscuros por los que me condujo, los ríos de misericordia que derramó sobre mí y las alturas que me hizo alcanzar. 
El paisaje actual no es muy diferente, salvo que su perdón, su gracia y su amor me dieron la victoria sobre muchas de mis inseguridades, errores y pecados del pasado. 
Al mirar luego hacia adelante, puedo ver más luchas (mi corazón todavía alberga males que no conozco), más pruebas y tristezas que me aguardan, más necesidad de caer a sus pies en busca de perdón. 
Pero puedo ver, por sobre todo, que su vara y su cayado me infundirán aliento hasta el día en que pueda llegar a la luz que brilla al final del sendero, luz que emana de la ciudad celestial, al acabar mi peregrinaje. 
Si, puedo confiar en Dios, puedo creer en su amor, puedo tener esperanza para  el futuro. Puedo, por sobre todo, decir confiadamente en mi testimonio actual como el profeta Jeremías: "Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad". Lamentaciones 3:22,23