“Respondiendo
Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás,
porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los
cielos. Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca
edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra
ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que
atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en
la tierra será desatado en los cielos”. Mateo 16:16-19
La
confesión de Pedro en Cesarea de Filipo dio paso a una contundente declaración del
Señor sobre la iglesia
¿Qué significan estos dichos de Jesús?
¿Qué significan estos dichos de Jesús?
Buscando
reafirmar la fe de los discípulos, Jesús les pregunta la opinión de los
demás sobre él, pasando luego a inquirir lo que ellos mismos pensaban
de su Maestro. Entonces Pedro -bajo inspiración divina-, confiesa su
convicción de que él es el Mesías prometido. Cristo, ante tal respuesta,
hace cinco afirmaciones:
- Tú eres Pedro. Su nuevo nombre representa una nueva experiencia, un nuevo comienzo y una nueva posición. Para ser parte de la iglesia, todo creyente necesita nacer de nuevo por obra del Espíritu, dejando de ser un pecador condenado para ser un hijo de Dios con pleno derecho al cielo.
- Sobre esta roca edificaré mi iglesia ¿Cuál es la roca? Si la roca fuera Pedro, la iglesia estaría fundamentada sobre un hombre, pero la Biblia dice que “nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo” 1ª Corintios 3:11. El cimiento de la iglesia es Cristo mismo y los hombres entran a ella cuando ejercen fe en su Maestro, Pastor y Salvador.
- Las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Nos proporciona la dulce seguridad de que la iglesia triunfaría al fin en su conflicto secular contra el mal.
- A ti te daré las llaves del reino de los cielos. Esta declaración se complementa con Mateo 18:18-20, en la que Jesús les concede idénticos privilegios a todos los demás discípulos y a todos los creyentes. Su iglesia reunida es la que ostenta ese poder que le ha sido delegado por Dios mismo. Este es un asunto que no debe desdeñarse.
- Todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielo. Los creyentes son representantes del que tiene todo el poder en el cielo y en la tierra; por lo tanto corresponde a la iglesia amar, adoctrinar, cuidar, apoyar, adiestrar, recibir y/o desfraternizar a sus miembros.
Vimos
en la entrada anterior que nunca fue el propósito de Dios que hubiera
tantas denominaciones religiosas. Existe un único Pastor, un rebaño y un
redil tal como se ve en el cuadro:
Cristo el
fundamento |
La iglesia en los cielos y la tierra existe por Cristo, está asentada en Cristo y depende de Cristo.
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1ª Corintios 3:11
Efesios 2:19,20
2ª Timoteo 2:19
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El redil de las ovejas
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Representa la iglesia a nivel mundial, organizada para su misión.
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Mateo 16:18,19; 18:18-20
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El rebaño
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Representa al pueblo de Dios tanto
dentro como fuera de la iglesia |
Apocalipsis 14:6-12
Mateo 24:14
Efesios 3:10,11
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En consecuencia, también hay una única verdad, basada en las Escrituras. Todo lo demás es falsificación.
La
incredulidad, la tibieza, la división, las falsas enseñanzas, la
enemistad y la apostasía dentro de la iglesia son obra del enemigo, que
como ladrón, ha entrado por otro lugar que no es la puerta. Triste es
decir que a lo largo de la historia muchos, mal llamados cristanos, han
colaborado con Satanás en esa terrible obra, ayudando a que millones se
extraviaran y se perdieran. Otros, abandonado su puesto de combate y
amando más el mundo, han cedido a sus presiones y perdido su fe en la
verdad.
Estos son los asalariados de la alegoría de Juan 10: “Mas
el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las
ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata
las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque es
asalariado, y no le importan las ovejas” (vers. 12,13).
Jesús
se presenta a sí mismo como el buen Pastor. En el contexto actual de
adormecimiento, apostasia e incredulidad en que se encuentra su rebaño,
es bueno repasar cual es el significado de la iglesia.
No
fue llamada para juntarse alguna vez cada tanto en un buen templo,
escuchar un buen sermón y cantar, para luego irse a sus casas a seguir
sus vidas tal como los demás. Existe para representar el carácter de
Dios, para demostrar el poder de Cristo para salvar y para evidenciar en
sus vidas la operación del Espíritu Santo al renovar el alma. Tiene que
vindicar la justicia divina ante todo el universo creado; ángeles y
hombres, santos y pecadores.
Además
es su colaboradora en la gran misión de redención. Le corresponde a la
iglesia ser la voz divina que llama al arrepentimiento, el subpastor que
busca la oveja extraviada y la trae de vuelta al verdadero rebaño, como
está escrito: “También
tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo
traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor” (vers. 16).
Ante estas afirmaciones de Jesús, “le
rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma?
Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente. Jesús les respondió: Os lo
he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre,
ellas dan testimonio de mí; pero vosotros no creéis, porque no sois de
mis ovejas, como os he dicho” (vers. 24-26).
Los
que rechazan el mensaje de la verdad por incredulidad no son de sus
ovejas. Pero para los que escuchan su voz, se dejó registrada esta
maravillosa promesa: “Mis
ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida
eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi
Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de
la mano de mi Padre” (vers. 27-29).
Cristiano: nadie puede arrebatarte de las manos del único, verdadero y buen Pastor.
Gózate en esa maravillosa certeza.
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