viernes, 16 de julio de 2010

AGENTES DE GRACIA II

“Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús”. 2 Timoteo 2:1-3
Pablo fue el predicador y expositor de la gracia por excelencia. Todos los demás vinieron después y se fundamentaron en sus escritos. Pero en el texto de cabecera encontramos una idea algo extraña.
¿Esforzarse en la gracia? ¿Y eso qué significa?
Se supone que la gracia es algo que recibimos sin mérito de nuestra parte. Que lo que hayamos hecho o vayamos a hacer no cuenta en absoluto. La misma idea de esfuerzo remite a algo parecido a la justificación por las obras. Es claro que no está hablando de eso.
El mismo apóstol dice: “Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia”. Romanos 4:4,5 y también afirma “y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra”. Romanos 11:6
Es que hay, además de la Divinidad, otros agentes a quienes se encomienda difundir su gracia.
En su bondad y sabiduría, el plan de Dios contempla que nosotros, los indignos y caídos seres humanos, seamos no solamente el escenario de su gracia, sinó también transmisores de ella.
El Señor desea revelar al mundo su gracia a través de su iglesia en la tierra; espera que los que han sido depositarios de su bendición la compartan con un mundo que vive totalmente ajeno a ella.
No existe mayor privilegio que colaborar con el Señor, no obstante, a muchos esta idea les parece algo impuesto, un deber gravoso y cosa de fanáticos.
Haríamos bien en considerar la siguiente cita: “El que más ame a Cristo hará la mayor suma de bien. No tiene límite la utilidad de aquel que, poniendo el yo a un lado, deja obrar al Espíritu Santo en su corazón, y vive una vida completamente consagrada a Dios. Con tal que los hombres estén dispuestos a soportar la disciplina necesaria, sin quejarse ni desmayar por el camino, Dios les enseñará hora por hora, día tras día. El anhela revelar su gracia. Con tal que los suyos quieran quitar los obstáculos, él derramará las aguas de salvación en raudales abundantes mediante los conductos humanos. Si los hombres de vida humilde fuesen estimulados a hacer todo el bien que podrían hacer, y ninguna mano refrenadora reprimiese su celo, habría cien personas trabajando para Cristo donde hay actualmente una sola”. El Deseado de Todas las Gentes Página 250
En el consejo de Pablo a Timoteo, se encuentra encerrada una gran verdad. Quienes reciben la gracia de Dios deben hacer esfuerzos consagrados para que los raudales de luz provenientes del trono del Altísimo iluminen las tinieblas de cada alma que se encuentre a su alrededor.
“Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados”. Hechos 20:32
Encomiende quien desea ser cristiano cada día su vida a la poderosa palabra de su gracia, para tener herencia con los que la alcanzaron.

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