¡¡¡¡¡Que alguien haga algo!!!!!
En situaciones desesperadas, todos desean que alguien actúe. Los hijos miran a sus padres, los alumnos a sus maestros y los pueblos todos de la tierra miran a sus líderes con corazones angustiados, deseando que las cosas tuerzan su rumbo caótico y descendente.
El aumento de la violencia, la crisis moral, el cambio climático, el hambre y la pobreza; todos estos temas, por mencionar apenas algunos pocos, esperan imperativamente una solución.
Vanamente, sin embargo, ponen éstos su esperanza en el auxilio humano. Largamente hemos sobrepasado la capacidad de solucionar los problemas de todo tipo que sufre la humanidad, quedó ya muy atrás el punto sin retorno.
Este estado de cosas, alcanza dolorosamente también a la iglesia cristiana. Por todos lados crece la sensación de que si no se hace algo con celeridad, los principios bíblicos y morales que nos sostienen caerán sin remedio, uno tras otro, borrados por la creciente ola de impiedad y mundanalidad circundante.
Tenemos sin embargo que ser cuidadosos al intentar proveer soluciones, porque en el afán de ayudar podemos ser de bendición o, por el contrario, empeorar las cosas por obrar con apresuramiento. En la Biblia hay una interesante historia muy aleccionadora a este respecto:
Los filisteos dominaban completamente al pueblo de Israel en los comienzos del reinado de Saúl, al punto que la mayoría estaba escondida en cuevas y otros se habían pasado a sus enemigos para sobrevivir. Se les negaba el acceso a la vital tecnología del hierro y solo Saúl y su hijo Jonatán poseían espadas.
El abuso de los invasores era tal que éste último decidió hacer algo: "Dijo, pues, Jonatán a su paje de armas: Ven, pasemos a la guarnición de estos incircuncisos; quizá haga algo Jehová por nosotros, pues no es difícil para Jehová salvar con muchos o con pocos. Y su paje de armas le respondió: Haz todo lo que tienes en tu corazón; ve, pues aquí estoy contigo a tu voluntad". 1 Samuel 14:6,7
Hay una enorme diferencia entre una expresión de deseos y el "quizá" de Jonatán.
No es una palabra nacida de la duda, sino una manifestación de fe madura, con carencia absoluta de presunción; sabía que cualquiera fuera el resultado, Dios estaba con él. Su escudero fue contagiado por su intrepidez al punto de acompañarlo en una empresa a todas luces imposible.
Para asegurarse de la dirección divina pidió una señal que volvía todavía más difícil la acometida: atacaría en el caso de que sus enemigos le invitaran a subir la montaña hacia ellos.
Tenía todas las posibilidades en contra. Con solo una espada, teniendo inferioridad numérica, debiendo trepar con manos y pies rumbo a la guarnición filistea, era improbable que pudiera hacer algo. Pero su confianza estaba puesta en el Dios de los imposibles.
Su fe fue honrada y el resultado excedió sobremanera su valeroso esfuerzo. Uno a uno sus enemigos cayeron frente a él y reinó la confusión entre los filisteos. La tierra tembló y sus adversarios se mataron unos a otros.
Esto tuvo su impacto en el resto de Israel: "Y juntando Saúl a todo el pueblo que con él estaba, llegaron hasta el lugar de la batalla; y he aquí que la espada de cada uno estaba vuelta contra su compañero, y había gran confusión. Y los hebreos que habían estado con los filisteos de tiempo atrás, y habían venido con ellos de los alrededores al campamento, se pusieron también del lado de los israelitas que estaban con Saúl y con Jonatán. Asimismo todos los israelitas que se habían escondido en el monte de Efraín, oyendo que los filisteos huían, también ellos los persiguieron en aquella batalla. Así salvó Jehová a Israel aquel día". 1º Samuel 14:20-23
En este relato vemos un microcosmos del pueblo de Dios en el tiempo del fin:
- Jonatán representa a los líderes del pueblo de Dios, los que están en el frente de batalla.
- Su escudero a los que, aunque no son líderes ejercen con entera consagración el don divino de ayudar.
- Los israelitas escondidos en cuevas a aquellos que, aunque temerosos en su fe, pueden ser animados a unirse a la batalla por Emmanuel.
- Los que se habían pasado al enemigo, simbolizan a los que como Pedro volverán de haber negado al Salvador para ponerse decididamente de su parte
¿Y Saúl? De él nos ocuparemos en la entrada siguiente.
En conclusión, la historia de Jonatán demuestra que Dios espera que actuemos, no con la infatuación de que somos nosotros quienes vamos a corregir los males de su pueblo, sino con la humilde confianza de un niño que se aferra del poder y la promesa del Padre:¿"Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros"? Romanos 8:31
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