sábado, 18 de abril de 2009

EN ALTA NOCHE

¡Señor, Señor!, los mares de la vida
tienen también sus rudas tempestades;
mi espíritu en las sombras titubea
como Pedro en el mar de Tiberiades.

Hierven las aguas en que yo navego,
mi pobre esquife a perecer avanza...
tú, que la luz le devolviste al ciego,
devuélvela a mi fe y a mi esperanza.

Surge, surge Jesús, porque la vida ágil
se escapa de mis brazos flojos;
y el alma sin calor, desfallecida,
muy lentamente cierra ya los ojos.

Aparece en la inmensa noche oscura;
las conciencias te llaman... están solas,
y pasa con tu blanca vestidura serenando
el tumulto de las olas.


Manuel Gutiérrez Nájera
(México)

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