martes, 19 de enero de 2010

¿DARÍAS TU VIDA POR ÉL?


¿Es malo tener confianza propia?
Una de las acusaciones que los no creyentes vierten sobre los cristianos es que la idea misma de nuestra fe está en rebajarnos a nosotros mismos. Los mentores de la autoayuda proclaman: "tú puedes" y toda una generación enseña hoy a sus hijos que pueden ser lo que desean con solo proponérselo.
Es bueno creer en nosotros mismos, confiar en nuestros dones y desarrollar nuestro potencial, - a esto se le llama autoestima- puesto que de esa manera progresaremos en la vida. Pero lo que sucede es que con demasiada frecuencia (por decir poco) no conocemos realmente lo que somos o podemos hacer.
Tanto podemos subestimarnos, negando nuestro valor como hijos de Dios, como creer que podemos alcanzar el éxito en nuestra vida sin necesidad de Su ayuda. 
La experiencia de la negación de Pedro puede ayudarnos a colocar este tema en la perspectiva adecuada.
Veamos los relatos paralelos de los evangelios:
  1. "Entonces Jesús les dijo: Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas... Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré. Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo". Mateo 26:31-35
  2. "Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos. El le dijo: Señor, dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte". Lucas 22:31-33
  3. "Entonces Jesús les dijo: Todos os escandalizaréis de mí esta noche...Entonces Pedro le dijo: Aunque todos se escandalicen, yo no... Mas él con mayor insistencia decía: Si me fuere necesario morir contigo, no te negaré. También todos decían lo mismo". Marcos 14:27-31  
  4. "Le dijo Pedro: Señor, ¿por qué no te puedo seguir ahora? Mi vida pondré por ti. Jesús le respondió: ¿Tu vida pondrás por mí? De cierto, de cierto te digo: no cantará el gallo, sin que me hayas negado tres veces". Juan 13:37, 38
Conocemos el resto de la historia y el lamentable y completo fracaso del temerario discípulo. ¿A dónde fueron a parar sus valientes palabras cuando estaba en el patio del sumo sacerdote?
Las enfáticas afirmaciones de Pedro (y del resto de los discípulos, a no olvidarlo), abarcaban cuatro áreas invaluables de la experiencia cristiana:
  • Compromiso: Yo no me avergonzaré de tí.
  • Fidelidad:Confesaré tu nombre hasta la muerte.
  • Perseverancia: Estoy dispuesto a ir a la cárcel y a la muerte.
  • Abnegación: Mi vida pondré por  tí.
Sus palabras (verdaderamente proféticas) fueron pronunciadas con una convicción nacida de la autosuficiencia, pero sus buenas intenciones estaban empañadas por el orgullo y la confianza propia, y velaban al monstruo de la negación y la cobardía que estaba al acecho en su interior.
Elena de White comenta: "Cuando Pedro dijo que seguiría a su Señor a la cárcel y a la muerte, cada palabra era sincera; pero no se conocía a sí mismo. Ocultos en su corazón estaban los malos elementos que las circunstancias iban a hacer brotar a la vida. A menos que se le hiciese conocer su peligro, esos elementos provocarían su ruina eterna. El Salvador veía en él un amor propio y una seguridad que superarían aún su amor por Cristo. En su experiencia se habían revelado muchas flaquezas, mucho pecado que no habla sido amortiguado, mucha negligencia de espíritu, un temperamento no santificado y temeridad para exponerse a la tentación. La solemne amonestación de Cristo fue una invitación a escudriñar su corazón. Pedro necesitaba desconfiar de si mismo y tener una fe más profunda en Cristo. Si hubiese recibido con humildad la amonestación, habría suplicado al pastor del rebaño que guardase su oveja... Pedro sintió que se desconfiaba de él, y pensó que ello era cruel. Ya se escandalizaba, y se volvió más persistente en su confianza propia". El Deseado de Todas las Gentes pag. 673
Muchos hay hoy, que al serles revelada alguna debilidad en su vida espiritual, se defienden diciendo:
"Aunque no vaya yo a la iglesia, eso no me apartará de mi fe". "Un par de adornos o un poco de color aquí o allá, tales compañías o esta música no me apartarán de Dios". "Tomar un poco de esto o de aquello no me va a hacer renegar de lo que creo". "Los demás sí, pero yo no; no soy como los otros"...
Y así por el estilo, recorremos el camino de Pedro, desconociendo lo que hay en nuestro propio corazón y dándole armas al enemigo para que nos destruya.
La Escritura afirma que: "Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?" Jeremías 17:9
Roguemos al Padre en nombre de Jesús que nos conceda la humildad necesaria para caer a sus pies reconociendo nuestras debilidades y pidiéndole ayuda para no fracasar en la ya cercana y decisiva "hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero para probar a los que moran sobre la tierra" Apocalipsis 3:10.
Si Jesús te hiciera hoy la pregunta: ¿Tu vida pondrás por mí?
¿Cómo responderías?

lunes, 18 de enero de 2010

A BUEN PUERTO



De adolescente (y aún hoy) mi pasatiempo favorito era la lectura, hábito que casi se ha perdido en la actualidad. Varias décadas atrás, cuando apenas se veían uno o dos canales de televisión en nuestra ciudad, mi imaginación volaba con las extraordinarias aventuras escritas por Julio Verne, Emilio Salgari y otros autores clásicos. Las aventuras en tierras desconocidas, los viajes por mar, y las historias de piratas fueron llenando mi mente, tanto que el vocabulario náutico llegó a ser muy familiar para mí.
Babor y estribor, proa y popa, sotavento y barlovento, jarcias, aparejos y esquife, eran palabras que me resultaban muy conocidas sin haber viajado jamás por mar.
La historia que se registra en el capítulo 27 del libro de Hechos abunda en dichos términos, pues describe el viaje marítimo de Pablo hacia Roma en carácter de prisionero. El viaje por mar era siempre peligroso en aquellos endebles barcos de vela,  y las circunstancias que pasarían lo convertirían en un peligro mayor aún.
Lucas narra en forma muy interesante esta historia, pero su valor no se agota en lo ameno, sino que, como toda historia bíblica tiene aplicaciones personales muy relevantes para todos los hijos de Dios que son llamados a ser sus testigos ante el mundo.
Quiero resaltar aquí tres intervenciones del apóstol que fueron determinantes para la salvación de todos los que viajaban con él.
Cuando pasaron la isla de Creta, se encontraron con vientos contrarios, que fueron convirtiéndose luego en una tempestad violenta. Por una parte corrían peligro de encallar en los bancos de arena de la Sirte o dar en las costas rocosas del otro lado.
Con sentido común y bajo la influencia del Espíritu, que era una constante en su vida, les dijo a los que comandaban la nave: "Y habiendo pasado mucho tiempo, y siendo ya peligrosa la navegación, por haber pasado ya el ayuno, Pablo les amonestaba, diciéndoles: Varones, veo que la navegación va a ser con perjuicio y mucha pérdida, no sólo del cargamento y de la nave, sino también de nuestras personas. Pero el centurión daba más crédito al piloto y al patrón de la nave, que a lo que Pablo decía" (vs. 9-11).
¿A quién haces caso...?
En el terreno espiritual es de lo más frecuente ver cómo las personas desprecian las reiteradas advertencias divinas dadas para salvarlos. Se confía en la experiencia, en lo habitual, en lo más cómodo, en nuestras inclinaciones; en cualquier cosa menos en la voz de Dios que nos habla en su Palabra y a través de sus siervos. La mayoría prefiere tontamente sacrificarlo todo en el altar del egoísmo y edificar sobre la arena de la incertidumbre el fundamento de sus vidas.
Debemos prestar oídos al mensaje de salvación porque si no lo hacemos el resultado será una pérdida segura.
Cuando la tormenta arreciaba y el desastre era inminente, volvió otra vez a dirigirse a los que estaban con él:
"Entonces Pablo, como hacía ya mucho que no comíamos, puesto en pie en medio de ellos, dijo: Habría sido por cierto conveniente, oh varones, haberme oído... Pero ahora os exhorto a tener buen ánimo, pues no habrá ninguna pérdida de vida entre vosotros, sino solamente de la nave. Porque esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo, diciendo: Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante César; y he aquí, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo. Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho. Con todo, es necesario que demos en alguna isla". (vs. 21-26)
¡Qué necesario es que se alcen las voces de los siervos de Dios en medio del vendaval de este mundo!
Me encanta la presentación que hace Pablo de su Dios "de quien soy y a quien sirvo"... ¡Ojalá fuéramos más conscientes de la relación que debemos mantener con el Señor!
Somos suyos por creación y por redención. Le pertenecemos por la virtud de su sangre derramada en el Calvario. Ninguna cosa es superior a ella; nada nos debe hacer perder de vista esta sublime verdad.
La siguiente reflexión que encuentro en el texto es que sus oraciones recibieron respuesta. No estaba orando por su propia seguridad, sino por todos los  que estaban en la nave y Dios le confirmó, tanto que llevaría a cabo su propósito de enviarlo a Roma, como que le concedería las almas por las que pedía.
Asediemos continuamente el trono de la Deidad con nuestros pedidos por la salvación de las almas, con la seguridad de que nuestra intercesión no será desatendida.
Por otra parte, aunque la salvación es gratuita, nos toca ineludiblemente hacer nuestra parte. Como los marineros del relato, a pesar de que recibieron la promesa del cuidado divino, debían esforzarse por llegar al amparo de la tierra. También a nosotros nos toca orar, estudiar profundamente la Palabra y predicar a otros la salvación, como lo expresó Pablo: "Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, "ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor" Filipenses 2:12
Finalmente, en su tercera intervención, el ilustre prisionero deja sentados tres principios importantes:
Entonces los marineros procuraron huir de la nave, y echando el esquife al mar, aparentaban como que querían largar las anclas de proa. Pero Pablo dijo al centurión y a los soldados: Si éstos no permanecen en la nave, vosotros no podéis salvaros. Entonces los soldados cortaron las amarras del esquife y lo dejaron perderse. Cuando comenzó a amanecer, Pablo exhortaba a todos que comiesen, diciendo: Este es el decimocuarto día que veláis y permanecéis en ayunas, sin comer nada. Por tanto, os ruego que comáis por vuestra salud; pues ni aun un cabello de la cabeza de ninguno de vosotros perecerá. Y habiendo dicho esto, tomó el pan y dio gracias a Dios en presencia de todos, y partiéndolo, comenzó a comer. Entonces todos, teniendo ya mejor ánimo, comieron también. Y éramos todas las personas en la nave doscientas setenta y seis.  Ya satisfechos, aligeraron la nave, echando el trigo al mar (vs. 30-38).
1- No debemos descuidar la salvación de los demás. O nos salvamos juntos o peligra nuestra  propia salvación. La unidad de la iglesia debe ser mantenida a toda costa, pues si dejamos que alguien "abandone el barco" sin hacer nada, muchas almas se desanimarán e incluso se perderán por la influencia de aquel que se fue.
2- El cristiano no debe hablar de derrota ni de desánimo. Tenemos que animar e inspirar fe a los que están en peligro de muerte por sus pecados, hundiéndose en la depresión y la angustia
3- La importancia de dar el ejemplo es el tercer y determinante asunto aquí. No se conformó Pablo con un buen discurso. A la vista de todos, mostró con sus acciones que creía en el mensaje de salvación que le fue dado en sueños, y que les estaba expresando.
Alguien dijo: "tus actos hacen tanto ruido que no me dejan oír tus palabras".
El dicho es verdadero, porque la reputación de muchos cristianos - y del cristianismo- sufre pérdida por no demostrar en los hechos lo que dicen con sus palabras. El mundo necesita no tanto escuchar, como ver a hijos de Dios consecuentes en palabra y obra.
En la magna tarea de anunciar el evangelio, el Señor nos hace responsables de nuestros compañeros de viaje. Hay muchas otras lecciones que pueden extraerse aquí; pero si queremos llegar a buen puerto, recordemos las lecciones de este capítulo elevando nuestra voz en alerta por los escollos del camino, comprometiéndonos con toda fidelidad en la salvación de los perdidos y dando el ejemplo de una vida rendida a los pies del Rey de Reyes.
Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento. Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?  2ª Corintios 2:14-16

"Señor, hazme un instrumento de tu paz;


"Señor, hazme un instrumento de tu paz;
donde haya odio, ponga amor;
donde haya ofensa, perdón;
donde hay duda, fe;
donde hay desesperanza, esperanza;
donde hay tinieblas, luz;
                               donde hay tristeza, alegría.
                               Oh, Divino Maestro,
                               que no busque yo tanto
                               ser consolado como consolar;
                               ser comprendido como comprender;
                               ser amado como amar;
                               porque dando se recibe,
                               perdonando se es perdonado,
                              y muriendo a sí mismos se nace a la vida eterna".

Francisco de Asís

viernes, 15 de enero de 2010

SOLO EL SATISFACE

El Señor ha llenado este mundo de cosas buenas y agradables. Podemos hallar siempre renovadas fuentes de alegría, recreación y plena satisfacción en la contemplación de la naturaleza, que es el susurro de Dios en nuestros oídos.
En las relaciones de familia y con nuestros amigos podemos encontrar gozo, comunión, apoyo y consuelo en las luchas cotidianas.
En la franca y cristalina risa de un niño. En una sencilla comida compartida con amor. En un paseo a solas. En nuestra mascota que nos muestra amor incondicional. En la lectura de un buen libro. En la gloriosa intimidad de dos que se aman.
La lista podría continuar indefinidamente. Nuestro amante y bondadoso Dios quiere que seamos felices.
Sin embargo, desde que el pecado plantó su estandarte en este mundo, los motivos de dolor, tristeza y sufrimiento se han multiplicado a tal grado que empañan casi por completo la vida de millones que vagan a tientas por la oscuridad preguntándose si la vida tiene sentido.
La publicidad nos bombardea intentando vendernos productos para nuestro confort o para solucionar nuestros problemas con el recurrente lema: "satisfacción garantizada o le devolvemos su dinero".
Los que los adquieren descubren pronto que los objetos amados pierden interés y tienden a cansarnos con el tiempo o simplemente son remplazados por ansia de otro mejor, que nunca llegará a cubrir nuestras expectativas.
Hay en la Biblia una terrible historia acerca de un hijo de David llamado Amnón que, lleno de un deseo impuro por su media hermana Tamar, urdió un plan para poseerla. Luego de tomarla por la fuerza, sin haber atendido a sus ruegos, la Biblia dice que: "Luego la aborreció Amnón con tan gran aborrecimiento, que el odio con que la aborreció fue mayor que el amor con que la había amado." 2ª Samuel 13:15
Aquello que tanto deseaba llegó a ser objeto de aborrecimiento. El malvado hijo del rey respondió sólo a sus pasiones deseando lo que no podía tener y terminó siendo asesinado por su hermano Absalón.
Así sucede al buscar las cosas del mundo sin tener en cuenta a Dios, cuando nuestros malos deseos son los que rigen nuestra voluntad; no pueden jamás proporcionar satisfacción durable y verdadera. .
Tanto el placer como el dolor son exteriores a nosotros. No los podemos producir por nuestra cuenta. No necesitamos algo efímero, sino plenitud que provenga de una fuente duradera.
¿Cómo alcanzarla?
La respuesta ha sido y será siempre la misma.
Lo único que puede colmar nuestra existencia se encuentra en lo dicho por el salmista:
"Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré;
mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela,
en tierra seca y árida donde no hay aguas,
para ver tu poder y tu gloria, así como te he mirado en el santuario.
Porque mejor es tu misericordia que la vida; mis labios te alabarán.
Así te bendeciré en mi vida; en tu nombre alzaré mis manos.
Como de meollo y de grosura será saciada mi alma,
y con labios de júbilo te alabará mi boca.
Cuando me acuerde de ti en mi lecho,
cuando medite en ti en las vigilias de la noche.
 Porque has sido mi socorro,
y así en la sombra de tus alas me regocijaré.
Está mi alma apegada a ti; tu diestra me ha sostenido".

Salmos 63:1-8
Sólo Jesús satisface todo anhelo del alma. Búscalo hoy.

lunes, 11 de enero de 2010

MOVIDOS POR EL ESPÍRITU


"Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor. Y movido por el Espíritu, vino al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al rito de la ley, él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo: Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra; porque han visto mis ojos tu salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos; luz para revelación a los gentiles, y gloria de tu pueblo Israel". Lucas 2:25-32
En la reunión de jóvenes de ayer, mi amigo Roberto planteó en base a este texto un interrogante que generó muchos comentarios. La pregunta que quedó en el aire era: ¿Qué significa ser "movido" por el Espíritu"?
Las respuestas fueron varias y debo decir que las que di en esa ocasión me resultaron poco satisfactorias. Este es un asunto que merece atención, y que debemos poder comprender bien, al punto de poder expresarlo claramente.
Nada mejor que ir a la Biblia para comprender correctamente lo que  significa este concepto.
En Romanos capítulo 8, Pablo menciona varias características de los que son guiados por el Espíritu de Dios, de las cuales examinaremos tres:
  1. Son los que están en Cristo, es decir los que han pasado de muerte a vida, han sido perdonados y justificados por él: "Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu". (vs. 1)
    Le pertenecen tanto por creación como por redención y han dejado sus propios caminos para seguir obedientemente los caminos del Señor.
  2. "Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él". (vs. 9) No podemos afirmar que somos cristianos y al mismo tiempo dudar de si recibimos el Espíritu Santo cuando creímos. La morada del Consolador en el alma es la señal inequívoca de que somos suyos; es su sello de garantía. Tener el Espíritu es tener a Cristo formándose en nosotros como la esperanza de gloria; es reflejar su imagen, la perfección de su vida en la nuestra.
  3. "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios". (vs. 14) Finalmente, cuando la sagrada persona del Espíritu vive en nosotros, nuestros planes e intereses coincidirán con los suyos; nos resultará natural seguir sus dictados porque estaremos haciendo al mismo tiempo nuestra voluntad y la suya. Implica también que si no permitimos que nos guíe, perderemos su presencia en nuestra vida. El rechazo permanente da lugar a la pérdida permanente.
En la persona del Espíritu, se halla la mayor bendición que el cielo pueda concedernos. No digo que sea lo más importante, puesto que sin la muerte de Cristo en la cruz sería inútil su intercesión para guiarnos al arrepentimiento.
Pero a los efectos de la salvación, Él es quien nos convence, nos guía al arrepentimiento, aplica los méritos de la sangre de Jesús, intercede por nosotros y concede sus frutos en nuestra vida y sus dones a la iglesia.
Esto se ve en la práctica cuando las personas son llamadas a aceptar el amor, el perdón y la justicia de Cristo. Son muchos los que responden, pero son pocos los que pueden permanecer, porque la vida cristiana les resulta "dificil". En realidad no es que sea dificil, sinó que es imposible vivirla sin el Espíritu.
Estar en Cristo significa tener su Espíritu y ser guiados o movidos por él.
¿Es posible? SI.
Enfático, absoluto y categórico SI. Dios no es mezquino con el don que más necesitamos.
Requiere únicamente de nuestra voluntad. Debemos someternos diariamente a su dirección para recibirlo. El don no debe ser nuestro sinó que nosotros debemos ser suyos.
Esto no quiere decir que es algo que podamos "lograr". Por el contrario, debemos morir al yo para alcanzar la bendición prometida. No elimina además la necesidad de hacer planes sino que los corrige y orienta en el sentido correcto.
Se mencionan de manera especial en los dos primeros capítulos de Lucas preciosos e inspiradores ejemplos de personas movidas por el Espíritu Santo:
  • Juan el Bautista: "porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre". Lucas 1:15
  • La virgen María: "Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios". Lucas 1:35
  • Elizabet: "Elisabet fue llena del Espíritu Santo". Lucas 1:41
  • Zacarías: "Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo"... Lucas 1:67
  • Simeón: (ver textos anteriores especialmente Lucas 2:27)
  • Ana: (su llamado está implícito) "Estaba también allí Ana, profetisa... y no se apartaba del templo... Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén". (vs. 36-38)
Cuando el viento del Espíritu sopla, todos los que han aprestado sus velas son movidos con santo poder. La gracia divina va al encuentro de la gracia que ya opera en el corazón y las personas comunes se vuelven extraordinarias.
Regresando al principio, Simeón es un ejemplo perfecto de alguien movido por el Espíritu.
Creyente, justo, piadoso; vivía bajo la dirección del Espíritu, se dejaba conducir por él y lo reconocía en perfección de fe. Había recibido la promesa de que vería al Mesías antes de su muerte y creyendo en ella, fue llevado al templo por el Espíritu en donde vio consumadas sus esperanzas.
Es un símbolo y un modelo para los que esperamos no ya la primera, sinó su segunda venida.
Permitamos que el Espíritu Santo sea quien dirija nuestra vida a cada paso, para poder decir como Simeón en aquel día: "han visto mis ojos tu salvación"...