“Cuando
Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un
verdadero israelita, en quien no hay engaño. Le dijo Natanael: ¿De dónde
me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara,
cuando estabas debajo de la higuera, te vi”. Juan 1:47,48
¿Qué había en Natanael (también llamado Bartolomé) para que mereciera semejante elogio de Cristo mismo?
Resulta
evidente que Natanael estaba orando bajo la higuera; buscando conocer
la voluntad del Señor, pidiendo luz y fortaleza. Es evidente además, que
era un sincero creyente, un hombre de fe y oración, capaz de
sobreponerse a sus prejuicios iniciales y aceptar a Jesús como el Mesías
esperado.
Muchos
hoy se llaman a si mismos cristianos. Pero hay pocos cristianos en
serio. Y cristianos como Natanael, elogiados por su Maestro, todavía
menos.
¿Cuáles son las cualidades propias de un cristiano en serio?
Quisiera
proponer cinco características; la lista no es exhaustiva, pero estimo
que es suficiente para analizarla y medirnos a nosotros mismos a la luz
de estos pasajes.
1 - Vida nueva:
“Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es
que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el
Espíritu de Cristo, no es de él”. Romanos 8:9
Un
cristiano en serio ha experimentado la convicción, la conversión y el
nuevo nacimiento que son frutos de la obra del Espíritu en su vida. Si
no ha nacido de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Y por ser recién
nacido, es un proyecto inacabado que crecerá hasta alcanzar la plena
estatura de la plenitud de Cristo. Es arcilla que el Alfarero Divino se
deleita en moldear para transformarlo en vaso de honra.
2 - Amor: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”. Juan 13:35
La
suprema expresión del cristianismo es estar llenos de amor por las
almas que perecen en el pecado. Tal como Pablo lo expresa en 1ª
Corintios 13:2 “si no tengo amor nada soy”.
3 - Obediencia: “Si me amáis, guardad mis mandamientos”. Juan 14:15
De
la misma forma que un hijo demuestra su amor y respeto hacia sus padres
obedeciéndoles, un cristiano en serio se deleitará en hacer la voluntad
de su Señor. Es inconcebible que un hijo de Dios viva en oposición a
cualquiera de sus mandamientos.
Se diga lo que se diga, la obediencia es el fruto perfecto de una vida transformada y llena de amor. Todo lo demás es vano palabrerío y peligrosísima presunción.
Se diga lo que se diga, la obediencia es el fruto perfecto de una vida transformada y llena de amor. Todo lo demás es vano palabrerío y peligrosísima presunción.
4 - Servicio: “Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará”. Juan 12:26
El
que ha nacido de nuevo, que ama y obedece a Dios, encontrará su mayor
placer en el servicio amante en favor de sus hermanos en la fe y también
por los que viven en las tinieblas del error. En eso imitará a los
ángeles del cielo, que se gozan en servirnos a nosotros.
5 - Pureza: “Amados,
ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de
ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él,
porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza
en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro”. 1ª Juan 3:2,3
La
inevitable consecuencia de mirar a Jesús es reconocer la nobleza, la
inocencia y la pureza de su carácter. Veremos su atractivo y desearemos
ser como él.
Al
intentar imitarle, descubriremos también lo lejos que estamos del
blanco y nos esforzaremos en lograr la meta más alta que un ser humano
pueda fijarse: alcanzar la semejanza con Cristo.
Y cuando por la fe nos empeñemos en esa empresa, Dios nos concederá su gracia y su poder para que podamos reflejar la luz de su rostro. Llegaremos así a ser cristianos en serio.
Y cuando por la fe nos empeñemos en esa empresa, Dios nos concederá su gracia y su poder para que podamos reflejar la luz de su rostro. Llegaremos así a ser cristianos en serio.
La
gloriosa visión del rostro de Cristo reflejado en nuestras vidas
opacará todo los atractivos del mundo y podremos decir con el apóstol: “Pero
lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor
Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.
Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la
incircuncisión, sino una nueva creación. Y a todos los que anden
conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de
Dios. De aquí en adelante nadie me cause molestias; porque yo traigo en
mi cuerpo las marcas del Señor Jesús”. Gálatas 6:14-17
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