domingo, 27 de noviembre de 2011

TIEMPOS PELIGROSOS

“Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.” 2ª Timoteo 4:3,4
Estaba enseñando en la escuela a mis niños de segundo grado sobre los adjetivos. Les había dado un texto, al final del cual preguntaba acerca de sus cualidades y defectos como compañeros. Cuando una de ellas me trajo el trabajo a corregir, noté que no había escrito nada en la última parte, entonces le pregunté:
- ¿Y por qué no escribiste nada de tus defectos?
- No se que poner, no tengo ningún defecto - me contestó con toda candidez.
En la ingenua inocencia de esta niña, se halla el germen de una actitud que todos compartimos por igual: la dificultad para reconocer nuestros pecados.
Al no gustarnos reconocer nuestros defectos de carácter, tampoco aceptamos que intenten corregirnos, y seguimos cultivándolos hasta que nos terminan pareciendo buenos y aceptables. Preferiremos las voces que eviten hablarnos de nuestros males, a las advertencias de los demás y de nuestra propia conciencia. Si esa actitud se sostiene en el tiempo, nos colocaremos en una situación sumamente peligrosa para nuestras almas, porque la obstinación engendra más obstinación; persisitir en el mal conduce a endurecerse más y más en el pecado.  
El apóstol Pablo nos advierte que en los tiempos finales esta sería una actitud universal, diciendo: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita. Porque de éstos son los que se meten en las casas y llevan cautivas a las mujercillas cargadas de pecados, arrastradas por diversas concupiscencias. Estas siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad. Y de la manera que Janes y Jambres resistieron a Moisés, así también éstos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe.” 2ª Timoteo 3:1-8
Cuando leí este texto por primera vez, me parecía claro que hablaba de las personas que no conocen a Dios; grande fue mi sorpresa cuando entendí que hablaba del carácter de los creyentes de los últimos días.
Nadie duda de que vivimos HOY tiempos peligrosos. La maldad, la violencia y el vicio abundan por todas partes. Sin embargo, eso era de esperar entre los incrédulos.
Pero los tiempos peligrosos lo son precisamente por la situación imperante entre los que dicen llamarse el pueblo de Dios (yo incluído).
Los tiempos peligrosos de los que habla la inspiración abarcan tres aspectos:
1- La vida personal de los cristianos, en vez de estar regida por el Espíritu Santo, está dominada por la satisfacción de sus propios deseos, lo que los vuelve “amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios”.
El sistemático ataque satánico contra la familia, ha conmovido los cimientos de nuestra sociedad, y cada generación se ha vuelto más resuelta en seguir sus propios impulsos y resistirse a toda ley y autoridad. Nuestro mundo hedonista y sensual ha impulsado a muchos profesos creyentes a amoldarse a él antes que intentar transformarlo, y sus acciones pregonan con fuerte voz: “yo primero a cualquier costo”.
2- Se proclama entre nosoque hay que tener “una relación con Jesús”, pero al mismo tiempo se vive una parodia de cristianismo que es pura cáscara, sin nada adentro. Se dice pero no se vive, rechazándose en los hechos lo que se predica.
Por otra parte, una religión de puras formas hace que se deje de crecer en la gracia, dando como fruto “cristianos” que  “siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad”. Los resultados, tanto del sensualismo como del formalismo frío y falto de caridad, desemboca en personas que “tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella.”
3- Una apariencia de piedad expulsa a Cristo del alma y produce un amargo fruto de rebelión declarada. Al no crecer en la fe, los profesos creyentes terminan poniendo sus afectos en el lugar equivocado y se dice de ellos que “resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe.”
Y esto no es obra humana solamente, porque Satanás procura entrampar al mayor número posible de profesos cristianos, dirigiendo sus principales armas contra la iglesia de Dios; por eso “el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios.” 1ª Timoteo 4:1
Si el natural orgullo y egoísmo del corazón humano es peligroso, tanto más lo es cuando se convierte en el rasgo distintivo de la sociedad toda. Se borran los límites, se desconoce la ley divina y se trastocan todos los fundamentos de la convivencia social. Las personas quedan envueltas en tal oscuridad que se dirige a ellos la advertencia “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos!... los que justifican al impío mediante cohecho, y al justo quitan su derecho!” Isaías 5:20-23 (Ver entrada anterior).
Pero cuando la obstinación generalizada se transforma en resuelta enemistad contra Dios, a esto sigue la apostasía y la persecución de los verdaderos creyentes, y tales épocas se convierten verdaderamente en TIEMPOS PELIGROSOS.
¿No estamos ahora mismo en ellos?
El único remedio a esta situación es que Dios mismo intervenga para salvar a los que le esperan.
¡Ven Señor Jesús!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para cuestiones particulares que requieran respuesta, por favor envíame un mail a willygrossklaus@gmail.com