Según
este pasaje, hay algo que creer y también algo que confesar. El corazón
debe aceptar primero la verdad como es en Jesús. Este es el fundamento
de la verdadera religión. La convicción de pecado comienza entonces a
hacerse sentir; el alma enferma de pecado, siente su necesidad de un
médico y viene a Jesús de Nazaret en busca de perdón. Alistándose en
la guerra contra el enemigo, mira a Jesús en busca de fortaleza para
resistir la tentación. persevera velando en oración y escudriña las
Escrituras. Las verdades de la Biblia se ven iluminadas por una luz
nueva e intensamente interesante, y el Espíritu de Dios le revela su
solemne importancia. Estudia la vida de Cristo, y mientras más
claramente discierne la pureza inmaculada del carácter del Salvador,
menos confianza tiene en su propia justicia; mientras más de cerca y con
mayor perseverancia fija su atención en Jesús, menos perfección
descubre en sí mismo. Su justicia propia desaparece, y cae, impotente y
quebrantado, sobre la roca que es Cristo Jesús. El tentador podrá
acosarlo, y ocasionalmente puede sentir desánimo y ser tentado a pensar
que Dios no lo aceptará; pero, aceptando implícitamente la Palabra de
Dios, y rogando que se cumplan sus seguras promesas, se abre paso a
través de las tinieblas hasta salir a la clara luz del amor de
Cristo.
“Con
la boca se confiesa para salvación”. Si en verdad el corazón es el
depósito de la gracia y el amor de Cristo, estos atributos serán
expresados en las palabras y la conducta. El individuo se sentirá
constantemente atraído a Cristo. Todos seremos probados; por esto
necesitamos la gracia divina, una sólida fe y principios religiosos. Los
labios deben ser santificados, para que las palabras pronunciadas sean
pocas y bien escogidas.
A
menudo, los cristianos profesos hacen recaer sobre sí mismos profunda
debilidad espiritual, al concentrar su atención en sus pruebas y quejas.
No sólo sus pruebas se magnifican con cada repetición, sino que al
permitirse transgredir en este punto particular, se separan
inevitablemente de Jesús. Satanás procura atraer su atención hacia ellos
mismos, y hacerlos aceptar la idea de que no son apreciados. Comienzan a
autocompadecerse y simpatizar consigo mismos, y a perder su confianza
en Jesús. Como resultado, caminan separados de Aquel que los invita a
echar sus cargas sobre él.
A
los tales deseamos decir: repase lo que Dios ha hecho por usted. Dígale
a Satanás que usted no confía en su propia justicia, sino en la de
Cristo. Mantenga su mente llena de las preciosas promesas que se hallan
en la Biblia, y cuando Satanás venga contra usted con sus numerosos
ataques, esgrima contra él el arma que ha provisto la palabra de Dios:
“Así esta escrito”. Esto quebrantará su poder y le concederá a usted la
victoria.
Extraído de www.TheLordLovesYou.com
No he visto mejor exposición sobre el tema.
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