lunes, 20 de junio de 2011

A NUESTRO FAVOR

“¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” Romanos 8:31
Ayer fue el día del padre en la Argentina y se podía ver que todavía la figura del padre sigue siendo muy importante y valorada.
El padre simboliza fuerza, seguridad, estabilidad, defensa y protección.
Por elllo, quizás hayas escuchado a los niños pequeños amenazar a sus oponentes diciendo: ¡Espera que venga mi papá y ya verás!
Es que para los niñitos, su papá es como un superhéroe todopoderoso, la imagen misma de un ángel protector. A su lado sienten que no hay nada que temer.
Pero desde los tristes días en que Adán y Eva pecaron, todos nos hallamos separados de nuestro Padre Celestial. Tan enorme resulta el poder del pecado y tan graves sus consecuencias, que, librados a nuestra suerte, no tendríamos ninguna esperanza de salvación. Estamos indefensos, destituídos de su gloria, siendo justamente acusados y condenados por la ley de Dios.
Sin embargo el apóstol Pablo afirma que nuestro amante Padre está a nuestro favor, que su poder aún es abrumadoramente superior a las fuerzas del enemigo, por lo tanto la victoria está asegurada.
Él está a nuestro favor; ¿qué te dice esto?
En un pasaje que resuena como un himno de triunfo, nos asegura con estas maravillosas palabras que: “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? Romanos 8:32
Dios no es mezquino ni miserable; cuando dio a Jesús, volcó todo el cielo en un solo don. Nada mejor podía dar y por lo tanto, cualquier otra cosa que nos pudiera hacer falta en la lucha contra el pecado, le resulta fácil de otorgar. Sus recursos son ilimitados y su poder supera toda expectativa.
¿Por qué entonces los cristianos somos tan temerosos y vacilantes?
¿Por qué dudamos de su amor, de su gracia y de su poder para salvar?
Él está a nuestro favor. No temamos.
Después de levantarnos del abismo del pecado, ¿nos dejará caer nuevamente en el?
Para Pablo, la implícita respuesta era un rotundo NO.
Y agrega con total seguridad y sublime confianza: ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero.
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”. Romanos 8:33-39
Él está a nuestro favor ¡Qué seguridad!
Puedes ser hoy más que vencedor si tan solo lo crees y le permites actuar en tu vida.

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