“Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente... y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios”. Apocalipsis 14:1, 5
Veamos ahora la tercera generación de vencedores. Ya no se trata de un grupo reducido de seguidores de Cristo, ni del pueblo de Israel. Es un grupo singular que en el Apocalipsis aparece como vencedor.
De su identidad y características ya escribí en otras entradas (ver los 144000 sellados I y los 144.000 sellados II). Quisiera ahora concentrarme en su victoria.
Este grupo -compuesto por los fieles del tiempo final-, alaba a Dios por su salvación: “Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra”.(vs. 3).
El capítulo siguiente retoma esta escena de adoración y agrega sustanciosos detalles: “Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, y su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, con las arpas de Dios. Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos.” Apocalipsis 15:2,3
Los 144.000 sellados del Apocalipsis aparecen aquí como vencedores definitivos del pecado.
¿Cómo será posible?
A lo largo de la historia, los hijos de Dios hemos luchado con el pecado, venciendo y siendo en ocasiones vencidos por su poder ¿Tendrán ellos algo que los demás no hemos alcanzado?
En los ejemplos de las entradas anteriores hice hincapié en que, tanto los israelitas de los días de Josué como los discípulos, no tenían nada especial. Todavía más; las circunstancias, su entorno, la educación recibida y sus acciones anteriores les jugaban en contra.
Lo mismo puede aplicarse a cada hijo de Dios victorioso. Todos somos pecadores, débiles y sin fuerzas para resistir al pecado.Nadie llegará a ser perfecto por sus esfuerzos, o por alguna otra característica intrínseca. Ninguno de los santos de la antigüedad, o del presente, o del porvenir pudo o podrá atribuirse mérito alguno en la redención, pues nunca hubo ni habrá otra forma de alcanzar la salvación que mediante la sangre de Cristo.
Por ello, las alabanzas de esta hueste se elevan al único Autor de su salvación. Sin embargo, aunque reconocen su absoluta dependencia del Creador y Redentor, su canto expresa una experiencia singular, por lo que éste es llamado “un cántico nuevo”, que proviene de una experiencia diferente a la del resto de los mortales.
Se lo llama también el “cántico de Moisés... y del Cordero”; en referencia al canto de victoria de los israelitas después de cruzar el Mar Rojo, y también es el canto del Cordero, pues él fue quien les concedió la definitiva liberación.
Así, “ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.” Apocalipsis 12:11
Entonces, ¿qué tendrán de diferente?
Mucho, en muchas maneras:
- El mal habrá llegado al colmo, como en los días de Noé. Los pecadores estarán ya tan empedernidos que no habrá lugar para el arrepentimiento (Mateo 24:37,38).
- Cada ser humano será sellado y llevará una marca; la del Espíritu Santo para obediencia, o la de la Bestia para perdición.
- El evangelio habrá sido predicado al mundo entero con el poder de un nuevo Pentecostés; todos habrán ya decidido su suerte, sea en favor de Dios y su ley, o del lado de las conveniencias humanas. (Mateo 24:14).
- Esto levantará oposición y desatará una persecución global para eliminar de la tierra a los fieles (Apoc. 13:12-17).
- La intercesión de Cristo por los pecados habrá llegado a su fin (Apocalipsis 22:11).
- La tribulación y la persecución separarán al trigo de la cizaña. Los fieles verdaderos ya no serán estorbados por los inconversos (1ª Juan 2:19).
- La perspectiva de pérdida de todo bien terrenal fijará sus afectos en el cielo.
Tal vez pueda encontrar otras razones, pero lo cierto es que esta generación -que espero que la integremos tú y yo-, será totalmente fiel o estará completamente perdida. No habrá otra alternativa.
La gracia divina, la plena habilitación del Espíritu, las circunstancias apremiantes y su propia decisión de mantenerse fieles, los habrán llevado a esta suprema condición victoriosa.
Serán testigos del triunfo divino, cuando todas las potencias opositoras de la tierra y del infierno se hayan reunido para combatirlos, pues no luchan estos contra hombres, sino contra el Señor Todopoderoso.
¿Cuál será el resultado de esta batalla?
“Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles”. Apocalipsis 17:14
Roguemos hoy al Señor el privilegio de estar con él y ser parte de esa compañía.
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