miércoles, 6 de enero de 2010

Tentación


En un maravilloso jardín, al principio de los tiempos, ocurrió la primera tentación. Bajo la forma de una hermosa serpiente ,Satanás engaño a nuestros primeros padres incitándoles a comer del árbol prohibido que estaba en medio del huerto. Con superabundancia para su sustento, Adán y Eva cayeron trágicamente ante las insinuaciones del enemigo.
Muchos dicen ante este relato: -¿tanto lío por comer una manzanita?
Pero es que no se trataba acerca de una fruta (no sabemos cual), sino de asuntos más trascendentes como: adoración, obediencia, señorío.
No era cuestión de comer o no comer, se trataba de a quién creerían; era una cuestión de fe.
El asunto, finalmente, era a quién amarían; a Dios o a sí mismos (que es lo mismo que decir a Satanás).
Porque el tentador no estaba tan interesado en los seres humanos como en lastimar a Dios. Deseaba asegurarse su lealtad para causar daño al corazón de Jesús, verdadero objeto de su enemistad.
El nuevo escenario de la tentación escogido por el Demonio varios siglos más tarde, no fue ya un bonito jardín, sino un árido desierto, que reflejaba adecuadamente la condición del mundo bajo su dominio. No enfrentó ya al primer Adán, sino al segundo Adán.
Allí: "Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto por cuarenta días, y era tentado por el diablo. Y no comió nada en aquellos días, pasados los cuales, tuvo hambre. Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan. Jesús, respondiéndole, dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios. Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos. Respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás. Y le llevó a Jerusalén, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden; y en las manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra. Respondiendo Jesús, le dijo: Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios". Lucas 4:1-12
Nótese que Jesús no buscó la tentación, pues había ido allí bajo la influencia del Espíritu, estaba ayunando y orando ¡Qué diferente a nosotros, que a veces caemos en ella porque descuidamos el estudio de la Biblia y la oración!
La oración y la Palabra fueron el consuelo, el refugio y las armas de Cristo en toda su vida terrenal. No debemos descuidarlas nosotros, que estamos mucho más indefensos ante la tentación de lo que lo estaba Adán.
En estas tres tentaciones presentadas al Señor se encuentran resumidas todas las tentaciones de todas las épocas. No hay nada nuevo bajo el sol. El meollo de la cuestión es quien reinará en nuestra vida.
La respuesta a las tentaciones encuentra un modelo en las respuestas dadas por Cristo al enemigo de las almas:
  • Escrito está: la Palabra de Dios debe ser nuestra guía y alimento constante al punto de moldear y trazar límites a cada aspecto de nuestra existencia.
  • No tentarás al Señor tu Dios: únicamente Dios merece nuestra completa fidelidad.
  • Vete de mí Satanás: Si amamos a Dios y creemos en él, rechazaremos los argumentos del adversario.
¿Cuál será el resultado?
"Y cuando el diablo hubo acabado toda tentación, se apartó de él por un tiempo".
Lucas 4:13
Así como al demonio se le acabó el libreto con Jesús, lo mismo pasará con nosotros si resistimos firmemente en oración, asidos de la Palabra de Vida. Cada tentación vencida nos dará más fuerza para resistir; cada tentación en la que caigamos nos volverá más débiles para la siguiente.
La Escritura nos aconseja: "Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca". 1 Pedro 5:8-10
Busquemos pues ser perfeccionados, afirmados fortalecidos y establecidos en el Señor.
¡Perseveremos en Cristo, que ya falta poco!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para cuestiones particulares que requieran respuesta, por favor envíame un mail a willygrossklaus@gmail.com