lunes, 21 de junio de 2010

LA PRIMERA MISIÓN DE LA IGLESIA

"Así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha". Efesios 5:25-27
Siempre afirmé que la actividad primordial de la iglesia era predicar el evangelio. Pero después de analizar este texto y otros semejantes me veo en la obligación de cambiar un tanto mi discurso. La primera misión de la iglesia, su gran obligación y su mayor necesidad, consiste en reflejar el carácter de Jesús. 
La predicación ocurrirá entonces por sí sola. El poder del evangelio se demostrará en vidas gloriosamente transformadas a la semejanza divina; un argumento que será irrebatible tanto para los hombres como para los demonios.
Pero pasaron ya casi dos mil años del momento en que Jesús dio su vida por nosotros. Pasaron cinco siglos desde la Reforma protestante y algo menos desde el despertar evangélico. Pasó más de un siglo y medio desde que se predicó por primera vez el mensaje de la segunda venida de Cristo.
Y todavía no estamos en su Reino.
¿Qué nos retiene aquí? ¿Falló acaso el poder de Dios?
"Los ángeles de Dios en sus mensajes dados a los hombres representan el tiempo como algo muy corto. Así es como siempre me ha sido presentado. Es cierto que el tiempo ha sido más largo de lo que habíamos esperado en los primeros días del mensaje. Nuestro Salvador no apareció tan pronto como lo esperábamos. ¿Pero ha fallado la Palabra de Dios? ¡Nunca! Debiera recordarse que las promesas y las amenazas de Dios son igualmente condicionales ... Tal vez tengamos que permanecer aquí en este mundo muchos años más debido a la insubordinación, como les sucedió a los hijos de Israel; pero por amor de Cristo, su pueblo no debe añadir pecado sobre pecado culpando a Dios de las consecuencias de su propia conducta errónea". Ev 504-505 (1901).
La razón primordial por la cual todavía estamos en este mundo de pecado no obedece a ninguna demora por parte de Dios, sinó en que, como iglesia, generación tras generación, no hemos permitido la obra de la gracia en nuestros corazones al punto de hallarnos listos para el cielo.
Que esta y no otra es la misión del remanente se ve en el siguiente texto de Pablo: "y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas; para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor". Efesios 3:9-11
Aunque siempre hubo en su medio hijos consagrados, fieles y obedientes, que brillaron en medio de las tinieblas del error, a la iglesia en conjunto le compete la tarea de llevar, como fragante perfume, el carácter del Salvador impreso en sus vidas.
El versículo antes citado no alude únicamente a nuestro testimonio ante los hombres, sinó ante las inteligencias celestiales. Ellas necesitan ver que el plan de salvación funciona, que la familia de Dios en la tierra está lista para unirse a su familia en el cielo. Está en la sabiduría del Señor revelar al universo los misterios de la redención por medio de su iglesia.
Por ello, el apóstol Pablo casi en todas sus cartas se refiere a: " la iglesia de Dios que está en..., a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro". 1 Corintios 1:2
Se nos llama a ser santos, a alcanzar la perfección de carácter por medio del poder divino actuando en nuestras vidas. Y cualquiera que experimenta esa transformación se convierte en un testigo eficaz, deseoso de que todos acudan a recibir el agua de vida.
Tal es la misión de la iglesia; sumarse a la anhelante invitación final:"Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente". Apocalipsis 22:17
¿Cuál será el resultado de cumplir con nuestra misión?
"Cuando el fruto fuere producido, luego se mete la hoz, porque la siega es llegada". Cristo espera con un deseo anhelante la manifestación de sí mismo en su iglesia. Cuando el carácter de Cristo sea perfectamente reproducido en su pueblo, entonces vendrá él para reclamarlos como suyos.
Todo cristiano tiene la oportunidad no sólo de esperar, sino de apresurar la venida de nuestro Señor Jesucristo. Si todos los que profesan el nombre de Cristo llevaran fruto para su gloria, cuán prontamente se sembraría en todo el mundo la semilla del Evangelio. Rápidamente maduraría la gran cosecha final y Cristo vendría para recoger el precioso grano".- Palabras de vida del gran Maestro, págs. 46-48.
Llevemos hoy fruto abundante y maduro para su gloria.

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