jueves, 7 de enero de 2010

FALSO EQUILIBRIO


Desde niño me gustaba mucho la historia. Vivía las acciones de los personajes como propias en cada libro que leía. Me agradaba pensar en las diferentes culturas y modos de vida de la antigüedad. Los hombres y las mujeres célebres de épocas pasadas eran mis amigos, mis héroes.
Mi abuelo contribuyó a mi interés por el relato de la historia, contándome las noticias de la actualidad en términos de lo que hacían sus "amigos" Churchill, Kruschev, Kennedy y otros tantos estadistas de su tiempo.
Pero de un tiempo a esta parte todo cambió en la manera en que se la enseña. Las grandes personalidades de la historia dejaron de importar, salvo para mencionar sus defectos, convirtiendo esta materia en un mero relato del desarrollo de culturas y civilizaciones.
Los próceres ya no son vistos como heroicos, sino como simples hombres plagados de errores, fruto de su tiempo y de su cultura.
Se enfatiza que al enseñar así la historia, bajando los héroes del pedestal y haciendo énfasis en sus fallas, se la está presentando de un modo más "equilibrado" y libre de culto a la personalidad o de romanticismo.
Esta misma visión pretende hoy instalarse en cuanto a las historias y los personajes mencionados en la Biblia.
No digo que seamos ingenuos. Todos los hombres, como consecuencia de ser pecadores tienen algo condenable en el registro de sus vidas.
Pero cuando miramos solamente los defectos de alguien, se vuelve indigno de imitación. Perdemos el marco de referencia y tomamos al mismo tiempo una actitud condescendiente con el mal y sarcástica hacia los hombres. No existe verdaderamente nada bueno ni digno de admiración. Todo da igual.
¿Cuáles son los frutos que ha producido esta óptica?
Lo veo a diario en mi profesión docente, en la que los jóvenes (y también los adultos) han perdido en su mayoría la noción del respeto por las formas, por la autoridad o los mayores y finalmente la reverencia por lo sagrado.
Entienden que criticar ácidamente a alguien o algo es símbolo de inteligencia y criterio "equilibrado".
Lo trágico es que esta actitud de sarcasmo se ha trasladado a la iglesia de Dios.
Quieren mostrar hoy a los personajes de la Biblia y a los pioneros de la causa como débiles y defectuosos, olvidando que fueron los conductos por los cuales el Señor obró en forma maravillosa, que fueron movidos por el Espíritu Santo para derribar fortalezas del enemigo y traer victoria a la causa de Dios. Algunas personas hacen de ello la tarea de sus vidas. Les agrada exponer las fallas de los siervos del Señor, tanto del pasado como del presente, para alegría de los incrédulos y vergüenza de Su nombre.
¿Será que al enfatizar sus pecados (que fueron lavados ciertamente en la sangre de Cristo), tratamos de esconder los propios?
Meditemos en la siguiente cita:
 "Debemos esgrimir las armas de nuestra milicia contra nuestros enemigos, pero nunca volverlas contra los que se hallan bajo las órdenes de marcha del Rey de reyes, que están peleando virilmente las batallas del Señor de señores. Nadie luche contra un soldado a quien el Señor reconoce, a quien Dios ha enviado para llevar un mensaje especial al mundo, y para hacer una obra especial.
Los soldados de Cristo no siempre revelan perfección en su obra, pero sus errores no deben producir de parte de sus camaradas palabras que debiliten, sino palabras que fortalezcan, y los ayuden a recuperar el terreno que han perdido. No deben tomar la gloria de Dios en deshonor, y dar ventaja a los más acerbos adversarios de su Rey.
Que los soldados que luchan con ellos no sean jueces severos e irrazonables de sus camaradas, exagerando hasta el máximo todo defecto. No manifiesten los atributos satánicos convirtiéndose en acusadores de los hermanos, pues nos hallaremos falsamente presentados mientras sostenemos la verdad y defendemos la pisoteada ley de Dios; pero no deshonre nadie la causa del Todopoderoso haciendo público algún error que los soldados de Cristo pueden cometer, cuando ese error ha sido visto y corregido por los mismos que han tomado alguna posición falsa...  Dios culpará a los que con falta de sabiduría exponen los errores de sus hermanos, de pecado de mayor magnitud que aquel del cual ellos acusan al que hace un error"
. Mensajes Selectos Tomo 3 Página 394

Aunque no adoramos a los santos, la Escritura nos invita a mirarlos como ejemplos de fe (ver Hebreos 11).
Lo mismo debemos hacer con nuestros hermanos creyentes de la actualidad.
Imitemos lo bueno, que existe y mucho entre los siervos de Dios; en lo que falte, tenemos un Modelo Supremo:
"Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar". Hebreos 12:1-3

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