miércoles, 20 de enero de 2010

ESPERANDO CORRECTAMENTE


¿Cuánto quiere esperar una novia para casarse? ¿Cuánto tiempo esperaría un trabajador por su sueldo? ¿Y cuánto tiempo quiere esperar un niño para recibir su regalo ?
Entre todas las respuestas posibles, con toda seguridad ninguno de ellos quisiera esperar dos mil años para ver cumplirse su expectativa.
No es propio de los seres humanos el tener paciencia para esperar. Los tiempos de nuestra civilización occidental son vertiginosos y buscamos que todo se haga rápidamente. Tanto es así que se ha formado toda una cultura "express", donde todo se resuelve, se compra, se consume o se come en el menor tiempo posible.
Los cristianos somos llamados a esperar el regreso de nuestro Salvador, pero la espera no ha sido breve. Lleva ya veinte siglos. Y muchos, creyentes o no, se plantean si vale la pena seguir esperando. Pero hay virtud en esperar correctamente.
El poeta R. Kipling lo expresó así en su poesía: "si puedes esperar y no sentirte cansado con la espera..." (ver entrada en poesía Si...)
La pregunta que sigue a la anterior afirmación es que, si hay una forma de esperar correctamente... ¿hay formas incorrectas de esperar?
Pablo en su primera carta a los creyentes en Tesalónica les habló de la esperanza de la resurrección y de la venida de Cristo incluyéndose entre los que estarían vivos al momento de su regreso. ¡Jesús volvería pronto!
Pero en su segunda epístola se encarga de enfriar los ánimos diciendo: "Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca". 2ª Tesalonicenses 2:1,2
¿A qué se debió el cambio?
A que los creyentes habían comprendido mal sus palabras y fueron usadas como excusa por algunos fanáticos para vivir esperando ese gran día de manera desordenada y ociosa (ver 2ª Tesalonicenses 3:6-12). Pone el acento entonces en la manera correcta de aguardar su regreso, viviendo vidas productivas y laboriosas sin abandonar la espera.
El consejo también es para nosotros, los creyentes de los últimos tiempos.
Hay al menos cuatro peligros de los que debemos guardarnos los que estamos esperando su segundo advenimiento:
  • Especular: No debemos perder nuestro tiempo en vanas conjeturas sobre tiempos futuros, que solo tienen como resultado el descuido de los deberes del presente. Nos corresponde vivir una vida de intensa actividad que este sin embargo sustentada por la oración, el estudio de la Palabra y la meditación.
  • Poner fechas: Porque contar y calcular presuntas nuevas fechas proféticas nos llevaría directo al fanatismo y a vivir en una religión basada en el temor.
  • Buscar señales: La excitación pasajera no produce buenos creyentes; tampoco el sensacionalismo, ni los milagros, ni lo novedoso deben constituirse en la base de nuestra fe.
  • Caer en la indolencia: La pereza, los celos, la envidia y las contiendas son su seguro resultado. Como los cristianos de Tesalónica o el siervo de la parábola, podemos decir por palabras y/o acciones: "mi señor se tarda en venir".
Pero...¿Acaso mintió Jesús? ¿No dijo que vendría pronto?
No, el Señor no miente. El tiempo de su advenimiento es presentado siempre en las Sagradas Escrituras como muy corto (Ver por ejemplo Apocalipsis 22:6,7,10,12,22).
Esto es cierto en primer lugar debido a la brevedad de nuestra vida.
En segundo lugar porque las dificultades que esperaban a los primeros discípulos acortarían los plazos de preparación: "Pero esto digo, hermanos: que el tiempo es corto; resta, pues, que los que tienen esposa sean como si no la tuviesen; y los que lloran, como si no llorasen; y los que se alegran, como si no se alegrasen; y los que compran, como si no poseyesen; y los que disfrutan de este mundo, como si no lo disfrutasen; porque la apariencia de este mundo se pasa". 1ª Corintios 7:29-31
Finalmente, el sentido de urgencia nos es necesario en todo tiempo para que no descuidemos la gran comisión de preparar un pueblo para su venida.
No perdamos además el sentido de expectativa, esperando con toda confianza el momento de recibir nuestra recompensa, como dijo el apóstol: "Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida". 2 Timoteo 4:8
Esperemos en Dios correctamente.
Digamos hoy con el salmista:
De lo profundo, oh Jehová, a ti clamo.
Señor, oye mi voz;
Estén atentos tus oídos
A la voz de mi súplica.
JAH, si mirares a los pecados,
¿Quién, oh Señor, podrá mantenerse?
Pero en ti hay perdón,
Para que seas reverenciado.
Esperé yo a Jehová, esperó mi alma;
En su palabra he esperado.
Mi alma espera a Jehová
Más que los centinelas a la mañana,
Más que los vigilantes a la mañana.
Espere Israel a Jehová,
Porque en Jehová hay misericordia,
Y abundante redención con él;
Y él redimirá a Israel
De todos sus pecados.
Salmos 130

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