sábado, 12 de diciembre de 2009

PERDIDOS

En los medios de comunicación de mi país se siguió ansiosamente por 24 días una triste noticia. Una familia entera desapareció y no podían ser hallados. En seguida se tejieron hipótesis, a la cual más imaginativa, de los móviles de la desaparición. Corrieron muchos rumores de haberlos visto aquí y allá.
Toda la opinión pública y el periodismo estaban pendientes del caso. Finalmente, sus cuerpos sin vida y su automóvil volcado fueron encontrados al costado de una carretera, tapados por las malezas. Hasta la fecha no se sabe con certeza que sucedió con ellos.
Alguno podría pensar que es otro hecho más de los que a diario pueblan los titulares de la prensa. Ciertamente al día de hoy día nos hemos vuelto casi insensibles al dolor, la tragedia y la muerte, tan familiares nos resultan. Ya estamos acostumbrados a verlos y en tanto les suceda a otros...
Trato de imaginar a través de este lamentable incidente cómo habrá sido el día en que se conoció la caída de Adán y Eva.
Qué medios vinculan a los habitantes del universo o de qué forma se enteran de lo que pasa aquí no lo sé, lo que sí es seguro es que la noticia debe haber corrido con un impacto terrible y desolador. Oleadas de dolor por los perdidos integrantes de la primer familia humana deben haber llenado las cortes del cielo, con muchas más lágrimas de las que pudo haber arrancado el caso que citaba al principìo.
El lamento más grande, sin embargo no vino de ninguna criatura, sino del Creador mismo por sus hijos extraviados.
Resulta imposible describir lo que Dios siente por los pecadores. Pero siendo él más sabio que nosotros y conociendo el fin desde el principio, vio con una tristeza inefable la tremenda estela de dolor y sufrimiento que la iniquidad dejaría a su paso.
El mismo hecho de convivir día a día con el mal nos incapacita para discernir lo terrible de su carácter, de la misma forma en que las personas que viven en los basurales ya no perciben la podredumbre y el nauseabundo hedor que les rodea.
Por no captar la terrible realidad del pecado, de lo definitivo de su condición; no somos conscientes de la desesperada necesidad que tenemos del remedio que podría curar nuestro mal. El profeta se hacía eco del angustioso clamor de Dios cuando preguntaba: "¿No hay bálsamo en Galaad? ¿No hay allí médico? ¿Por qué, pues, no hubo medicina para la hija de mi pueblo?" Jeremías 8:22
¿Entiendo yo lo que es estar perdido? ¿Lo entiendes tú?
No, no creo que comprendamos cabalmente lo que significa la perdición, porque sino nuestra actitud y por consiguiente la actitud de la iglesia serían completamente distintas a las de hoy.
La iglesia no debe parecerse a una alegre muchachada que goza de la mutua compañía mientras olvida a los que están fuera; debe considerarse la agencia de salvación que pone a la vista de todos el bálsamo de Galaad, nuestro señor Jesucristo.
Tristemente, sin embargo, escasean hoy los que sienten como propio el dolor de Dios por los perdidos, los que son capaces de sacrificarlo todo por buscar al pecador y llevarlo a los pies de Jesús.
Recordemos que "Todo el cielo está interesado en la obra de salvar a los perdidos. Los ángeles velan con sumo interés para ver quién dejará a las noventa y nueve y saldrá en la tempestad, la tormenta y la lluvia al árido desierto para buscar la oveja perdida. Los perdidos están en todas partes a nuestro alrededor, pereciendo y tristemente abandonados. Pero son valiosos para Dios, porque constituyen la adquisición hecha por la sangre de Cristo" (Review and Herald, 30 de junio, 1896)
Esto tiene un costo: "El amor hacia las almas por las cuales Cristo murió significa crucificar al yo. El que es hijo de Dios debe desde entonces considerarse como eslabón de la cadena arrojada para salvar al mundo. Es uno con Cristo en su plan de misericordia y sale con él a buscar y salvar a los perdidos. El cristiano ha de comprender siempre que se ha consagrado a Dios y que en su carácter ha de revelar a Cristo al mundo. La abnegación, la simpatía y el amor manifestados en la vida de Cristo han de volver a aparecer en la vida del que trabaja para Dios". El Deseado de Todas las Gentes pag. 417
¿Llena tu alma con vivo interés la pasión por "buscar y salvar lo que se había perdido"?

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