Como parte de nuestra historia adventista, oímos hablar del chasco de 1844, cuando un grupo de creyentes norteamericanos esperaba el regreso de Cristo para el 22 de octubre de ese año. Cuando la fecha pasó, miles vieron sus esperanzas hechas pedazos y lloraron sin parar. La mayoría abandonó su fe en el movimiento, pero algunos continuaron creyendo que la experiencia espiritual que habían tenido era verdadera y de origen celestial, solo que se habían equivocado al interpretar la profecía.
Es en este punto en el que se apoyan los detractores de la iglesia para burlarse, criticar o rechazar al adventismo como carente de verdad.
Pero, ¿quién está peor, el creyente sinceramente equivocado o el que se ríe de él?
Después de examinar la evidencia bíblica e histórica durante los últimos 30 años, así como escuchar las críticas a tan dramática experiencia vivida por los primeros adventistas, tengo algunas cosas en claro:
Es en este punto en el que se apoyan los detractores de la iglesia para burlarse, criticar o rechazar al adventismo como carente de verdad.
Pero, ¿quién está peor, el creyente sinceramente equivocado o el que se ríe de él?
Después de examinar la evidencia bíblica e histórica durante los últimos 30 años, así como escuchar las críticas a tan dramática experiencia vivida por los primeros adventistas, tengo algunas cosas en claro:
- Tanto adventistas como detractores coinciden en que el hecho ocurrió en realidad. Es HISTORIA y no fábula.
- La iglesia no hizo ningún intento de ocultar el asunto o disfrazarlo, como hace uno con un error que quiere tapar.
- Los críticos del movimiento se caracterizan por manifestar un espíritu no cristiano; son ácidos, burlones, despreciativos, o tratan de rebajar el asunto a un simple aprovechamiento de la credulidad e ignorancia de otros.
- La iglesia creció; no se diluyó como es de esperar de los que siguen una mentira (ver Hechos 5:38,39).
Concluyo (así como otros), que lo que sucedió en 1844 con nuestros pioneros fue dirigido por Dios y es análogo a la experiencia vivida por los doce discípulos que creían con sinceridad, aunque equivocadamente, en un reinado terrenal de Jesús en sus tiempos (ver Lucas 24:21) a pesar de las claras advertencias de Cristo.
Pero vieron chasqueadas sus esperanzas de gloria mundanal y en la cruz tuvieron que soportar una prueba abrumadora para su fe.
En ambos casos no falló el Señor sino las expectativas de los creyentes. Esto levanta algunas preguntas lógicas como estas:
"Pero el tiempo señalado había pasado, y el Señor no había aparecido. Los creyentes sabían que la Palabra de Dios no podía fallar; su interpretación de la profecía debía estar pues errada; ¿pero dónde estaba el error? ... Dios se propuso probar a su pueblo. Su mano cubrió el error cometido en el cálculo de los períodos proféticos. Los adventistas no descubrieron el error, ni fue descubierto tampoco por los más sabios de sus adversarios.... Pasó el tiempo de expectativa, y no apareció Cristo para libertar a su pueblo. Los que habían esperado a su Salvador con fe sincera, experimentaron un amargo desengaño. Sin embargo los designios de Dios se estaban cumpliendo: Dios estaba probando los corazones de los que profesaban estar esperando su aparición. Había muchos entre ellos que no habían sido movidos por un motivo más elevado que el miedo. Su profesión de fe no había mejorado sus corazones ni sus vidas. Cuando el acontecimiento esperado no se realizó, esas personas declararon que no estaban desengañadas; no habían creído nunca que Cristo vendría. Fueron de los primeros en ridiculizar el dolor de los verdaderos creyentes." El Conflicto de los Siglos pags. 373,403,410
Dentro del plan divino, que solo se maneja con el bien, la verdad y la justicia, sus propósitos son inmutables, pero los hombres son la variable inestable de la ecuación. La otra variable es la acción de Satanás con sus huestes de demonios que influyen sobre los hombres para echar a perder los propósitos de Dios. Entre estas tres voluntades se centra el conflicto entre el bien y el mal, con la buena noticia de que al final, Dios siempre lleva a cabo su voluntad de salvación y misericordia.
Hay, por otra parte, muchos ejemplos en la Biblia de personas elegidas por Dios que obraron contrariamente a sus designios. Va como ejemplo el caso de Sansón, que cometió error tras error, pero Dios los utilizó para salvación: "Mas su padre y su madre no sabían que esto venía de Jehová, porque él buscaba ocasión contra los filisteos; pues en aquel tiempo los filisteos dominaban sobre Israel". Jueces 14:4
Él no aprueba los errores de sus hijos, sino que les da libertad de elección al tiempo que obra con sabiduría infinita para hacer avanzar sus planes.
Finalmente, con alarmante frecuencia, mezclamos la clara revelación de los asuntos divinos con agradables teorías de invención propia que no nos permiten captar la expresa voluntad de Dios. Tal fue el caso de los discípulos y también el de los primeros adventistas.
Continuamos con el tema en otras entradas.
Pero vieron chasqueadas sus esperanzas de gloria mundanal y en la cruz tuvieron que soportar una prueba abrumadora para su fe.
En ambos casos no falló el Señor sino las expectativas de los creyentes. Esto levanta algunas preguntas lógicas como estas:
- ¿Por qué permitió Dios que los creyentes sinceros se equivocaran al respecto y no los corrigió?
- ¿Puede levantarse la iglesia verdadera sobre un error de interpretación?
- ¿Volverá a ocurrir un chasco similar?
"Pero el tiempo señalado había pasado, y el Señor no había aparecido. Los creyentes sabían que la Palabra de Dios no podía fallar; su interpretación de la profecía debía estar pues errada; ¿pero dónde estaba el error? ... Dios se propuso probar a su pueblo. Su mano cubrió el error cometido en el cálculo de los períodos proféticos. Los adventistas no descubrieron el error, ni fue descubierto tampoco por los más sabios de sus adversarios.... Pasó el tiempo de expectativa, y no apareció Cristo para libertar a su pueblo. Los que habían esperado a su Salvador con fe sincera, experimentaron un amargo desengaño. Sin embargo los designios de Dios se estaban cumpliendo: Dios estaba probando los corazones de los que profesaban estar esperando su aparición. Había muchos entre ellos que no habían sido movidos por un motivo más elevado que el miedo. Su profesión de fe no había mejorado sus corazones ni sus vidas. Cuando el acontecimiento esperado no se realizó, esas personas declararon que no estaban desengañadas; no habían creído nunca que Cristo vendría. Fueron de los primeros en ridiculizar el dolor de los verdaderos creyentes." El Conflicto de los Siglos pags. 373,403,410
Dentro del plan divino, que solo se maneja con el bien, la verdad y la justicia, sus propósitos son inmutables, pero los hombres son la variable inestable de la ecuación. La otra variable es la acción de Satanás con sus huestes de demonios que influyen sobre los hombres para echar a perder los propósitos de Dios. Entre estas tres voluntades se centra el conflicto entre el bien y el mal, con la buena noticia de que al final, Dios siempre lleva a cabo su voluntad de salvación y misericordia.
Hay, por otra parte, muchos ejemplos en la Biblia de personas elegidas por Dios que obraron contrariamente a sus designios. Va como ejemplo el caso de Sansón, que cometió error tras error, pero Dios los utilizó para salvación: "Mas su padre y su madre no sabían que esto venía de Jehová, porque él buscaba ocasión contra los filisteos; pues en aquel tiempo los filisteos dominaban sobre Israel". Jueces 14:4
Él no aprueba los errores de sus hijos, sino que les da libertad de elección al tiempo que obra con sabiduría infinita para hacer avanzar sus planes.
Finalmente, con alarmante frecuencia, mezclamos la clara revelación de los asuntos divinos con agradables teorías de invención propia que no nos permiten captar la expresa voluntad de Dios. Tal fue el caso de los discípulos y también el de los primeros adventistas.
Continuamos con el tema en otras entradas.
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