cuando mi alma sangraba
desengaño y derrota.
Y mi espíritu huía
del primer compromiso
de seguirte hasta el fin.
Te pusiste a mi lado
y me hablaste al oído.
Te escuché atentamente.
Presentí que eras tú.
Tu palabra se hizo
enseñanza de amor.
Despejaste mis dudas,
me alegraste por dentro.
Calentaste mi alma
con un nuevo entusiasmo.
Y al ganarme de nuevo
me entregaste tu amor.
Te invité a acompañarme
a la mesa y al pan.
Y al partirlo yo supe
que eras Tú. Nadie más.
¡Oh Señor Jesucristo!
"Camino Caminante".
Maestro peregrino,
Compañero sin par.
¡No te alejes Señor!
Alójate en mi casa.
Sé mi huésped de honor.
Revélate en mis dudas.
Comparte mis angustias.
Alienta mi esperanza.
Fortalece mi fe.
Luciano Jaramillo Cárdenas
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