Desde el punto de vista histórico, Babilonia fue una nación de extraordinaria influencia en la antigüedad. La Biblia registra que el pueblo judío fue llevado cautivo allí por causa de su maldad, y su magnífico templo fue saqueado y destruido junto con la ciudad.
Esta antigua nación tuvo su origen en Babel, de la cual deriva su nombre. Bajo Nabucodonosor alcanzó un poder y un prestigio que la elevaron sobre los demás pueblos de su entorno, venciendo a los milenarios egipcios y al poderoso imperio asirio.
En tres ocasiones los caldeos invadieron Jerusalén, llevando cautivo al pueblo, imponiendo reyes vasallos y finalmente, al rebelarse estos, destruyó la ciudad. Durante un período de 70 años, los israelitas vivieron en Babilonia y fueron prosperados en cuanto obedecieron el consejo divino.
Pero llegó el momento de salir de esta gran ciudad cuando los medos y persas bajo el mando de Ciro la tomaron por asalto. Profetas anteriores y contemporáneos al cautiviero ya habían anticipado la orden de Dios : "Salid de Babilonia, huid de entre los caldeos; dad nuevas de esto con voz de alegría, publicadlo, llevadlo hasta lo postrero de la tierra; decid: Redimió Jehová a Jacob su siervo". Isaías 48:20. "Huid de en medio de Babilonia, y salid de la tierra de los caldeos". Jeremías 50:8
Algunos incluso con un lenguaje que se repite en el Apocalipsis: "Huid de en medio de Babilonia, y librad cada uno su vida, para que no perezcáis a causa de su maldad; porque el tiempo es de venganza de Jehová; le dará su pago. Copa de oro fue Babilonia en la mano de Jehová, que embriagó a toda la tierra; de su vino bebieron los pueblos; se aturdieron, por tanto, las naciones. En un momento cayó Babilonia, y se despedazó; gemid sobre ella; tomad bálsamo para su dolor, quizá sane. Curamos a Babilonia, y no ha sanado; dejadla, y vámonos cada uno a su tierra; porque ha llegado hasta el cielo su juicio, y se ha alzado hasta las nubes. Salid de en medio de ella, pueblo mío, y salvad cada uno su vida del ardor de la ira de Jehová". Jeremías 51:6-9,45
En este reino, el Señor había tratado de infundir su conocimiento por medio de grandes testigos suyos como Daniel; pero a pesar de los intentos divinos, la conclusión fue: "curamos a Babilonia y no ha sanado", por lo cual su pueblo debía salir de ella.
Cuando Dios por medio de Ciro permitió el regreso de los judíos a su tierra, sin embargo, apenas unos pocos volvieron. La mayoría estaba muy cómoda en Babilonia y no se unió al remanente en su peregrinaje (¿no estará pasando lo mismo hoy?).
Por otra parte, las quejas y las críticas internas y la oposición externa detuvieron la obra de reconstrucción por años, hasta que Esdras y Nehemías aparecieron en escena junto a los profetas Hageo y Zacarías para impulsar una reforma y un reavivamiento entre el pueblo de Dios.
Las similitudes con el pueblo remanente de hoy no son casuales. Por esto, Babilonia aparece en el postrer libro de la Biblia para dejarnos un claro mensaje que trasciende el elemento profético.
Como en el antiguo Israel, algunos de su pueblo todavía no han salido de Babilonia, otros ya lo han hecho y publican las buenas nuevas hasta lo último de la tierra; finalmente, un grupo mayoritario ha salido de la ciudad impía pero sigue bebiendo de su vino porque su corazón todavía está en Babilonia. Este vino y la identidad de Babilonia serán el tema de las siguientes entradas.
Las quejas, las críticas y el espíritu condenatorio y formalista de estos últimos, ha significado años de debilidad espiritual y de atraso en la predicación del mensaje del tercer ángel.
No obstante, la condenación de Babilonia no se postergará para siempre.
En Apocalipsis 17 y 18 se acusa a Babilonia por estos delitos:
- Apostasía (nombres blasfemos)
- Orgullo y arrogancia (quiere ocupar el lugar de Dios)
- Corrupción moral (fornicación, avaricia, etc.)
- Materialismo y amor al lujo (la potencia de sus deleites)
- Adulterio espiritual (se la llama la gran ramera)
- Engaños (hechicerías, doctrinas falsas y asociación con el poder civil)
- Persecución a los santos (ebria de la sangre de los santos)
El poder de la Babilonia de los últimos tiempos es universal (abarca todas las naciones), es seductor (embriaga), es hipnótico (engaña) y por ello es casi irresistible.
Sin embargo, Dios ama a los que permanecen todavía en la ciudad simbólica y les extiende su misericordia (¿los amo yo también?), mientras resuenan los mensajes de los tres ángeles del capítulo 14. Exhorta a los de dentro y fuera a dejar de beber su vino y a salir de ella para no perecer en el día de su juicio, anticipado en las plagas que serán derramadas sobre la tierra (ver Apoc. 15 y 16).
Esta poderosa entidad está bajo el mando de Satanás y hace exitosamente guerra contra los santos. La buena noticia es que no vencerán por siempre porque: "Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles". Apocalipsis 17:14
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